Jesús Peñalver: Al rincón de robar
31 de octubre de 2015
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Al rincón de robar “Son robos. No solo Son sobornos”. Darìo Lancini |
Allí están los que roban, no solo las arcas públicas, sino también la esperanza de un país por un mejor porvenir, los sueños de tantos jóvenes estudiantes, el sosiego y los anhelos de un pueblo.
Ese mismo pueblo que no acaba de comprender el porqué de tanta maldad de una caterva empoderada, que también ha robado la confianza de un país que creyó en algún momento en aquel muerto que sembró la pesadilla, y ahora, en los sucesores que se creen dueños del país para toda la vida.
Las grandes naciones que hoy llamamos desarrolladas, consiguieron su progreso por el trabajo de sus hijos, no fomentamos el hedonismo, ni la flojera, ni la dependencia parasitaria bajo el manto del Estado.
Nos recordaba el inolvidable monseñor Constantino Maradei, guayanés que ejerció su obispado en mi Barcelona natal, el trabajo de los pioneros en los Estados Unidos y la ardua labor del Conquistador español cuando se convenció de que su Dorado estaba en la agricultura. De las haciendas de Barlovento nacieron los grandes cacaos caraqueños.
Don Andrés Bello, al criticar, en su Silva a la Agricultura de la ZonaTórrida, la lascivia, el ocio y el refinamiento afeminado de los jóvenes de su tiempo, decía:
“No así trató la triunfadora Roma, las artes de la paz, de la guerra; antes fió las riendas del Estado a la mano robusta, que tostó el sol y encalleció el arado, y bajo el techo humoso campesino, los hijos educó, que el conjurado mundo allanaron al valor latino”. |
Ningún trabajo empequeñece, todo trabajo magnifica, de allí su valor y su nobleza. Esta máxima parece desconocerla el régimen que hoy desgobierna en Venezuela, que aposentada en Miraflores, no escatima esfuerzo alguno en demostrarnos su afán de permanecer en el poder ad infinitum, “como sea” y violando las leyes.
La peste roja, creyendo satisfacer en óptimas condiciones las carencias o necesidades del pueblo, juega con sus miserias, aprovecha sus angustias y dolores, mientras sus funcionarios al rincón de robar, hacen fiesta del erario, saqueándolo sin miramiento alguno, amparados en los poderes del Estado que hoy, como nunca antes, están concentrados en uno, como si de un cubito para sopa se tratara.
El coraje hay que usarlo en la lucha cívica contra las injusticias imperantes, y en esto hay mucho miedo a perder posiciones encumbradas, hay bastante cobardía en asumir responsabilidades comunitarias o colectivas y no pocos miedos antes cuestionamientos que necesitan respuestas.
Nadie quiere problemas. Todo el mundo se lava las manos. No hay uno que diga:”Hoy por mí, mañana por ti”. El miedo nos ha hecho viles. Pareciera que no perteneciéramos a la misma sociedad. Somos indiferentes ante las injusticias particulares, ante las injusticias públicas y permanentes que nos rodean y ante la violencia.
Se impone denunciar todas las violencias y robos que oprimen, explotan, aplastan y matan al hombre en su físico y en su espíritu; y al mismo tiempo, ataquemos duramente la conciencia de todos los responsables.
Conviene no colaborar con ninguna de las violencias, con ninguna injusticias, sea cual sea, y no ser cómplice de ello por el silencio. Quizá la palabra no salva, pero el silencio condena.
Para asentar el triste balance que se puede hacer de esta terrible etapa, abundante en los desaciertos y extensa en sus fallas, habría que recurrir a un grande espacio, que por ahora no tenemos.
El socavamiento de las instituciones, la inexistencia de la separación de poderes, la falta de independencia y autonomía, el control del TSJ, las constantes violaciones a la Ley, en fin, abundan las tramas, temas y triquiñuelas que apuntarle al gobierno rojo rojito, revolucionario y socialista del siglo XXI (sic).
La revisión, aunque somera, de estos diecisiete años de infierno rojo rojito, nos conduce al próximo 6 de diciembre, fecha en que el pueblo demócrata, por el voto enviará un mensaje al chavismo, reprochándole los abusos de su gobierno todopoderoso, ambicioso y antidemocrático.
Vocación democrática y devoción libertaria para seguir adelante.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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