Hernani Zambrano G. nos trae: Un repaso liviano a Adam Smith
30 de agosto de 2019
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Simpatía y empatía: ¡El Vínculo Eficiente!
El escocés Adam Smith destaca la doctrina del liberalismo económico, en su autoría sobre <La Riqueza de las Naciones>: ¡La economía como “proceso de mercadeo y mercado”, sujeto a mediciones, altibajos y re-ubicaciones!
Con su <Teoría de los Sentimientos Morales>, por otra parte, se le conoce como filósofo moral. Cabe destacar su manejo de estas dos áreas conceptuales de supuesta disparidad. Según Smith, la riqueza de las naciones se rige por tres leyes: La libre iniciativa individual, la libre competencia, y el libre funcionamiento de las leyes del mercado. Todas presentes en un Estado que debe intervenir lo menos posible, en una economía regida por unas supuestas leyes naturales (*). En la brevedad de este escrito, manejamos una visión que consideramos de valor cognitivo y vinculante, como son los enfoques y prácticas actuales de las ciencias sociales y conductuales: la psiquiatría y la psicología, la sociología y la educación.
*(Subrayado nuestro. La idea de naturalidad de estas leyes no se trata ni aclara en este escrito.) HZG
Como psicólogo clínico y social, y como economista, llegué a pensar que la “Teoría de los Sentimientos Morales”, uno de los centrífugos del pensamiento de Smith, confrontaría mayormente su compromiso ético y moral con la forma neoliberal de ver la sociedad y sus instituciones. ¡Pero, no es así!
Al contrario, es obvio, y así lo percibo, que podemos encontrar aplicaciones valiosas de Smith para una consideración humanista y moralista, que está presente en muchas otras de sus propuestas. Tanto la psiquiatría, como la psicología, la sociología y la propia educación, se verían favorecidas (y así ocurre) por dos conceptos, sobre los cuales hizo Adam Smith algunas útiles apreciaciones: Los conceptos de simpatía y empatía, que están hoy, también, precisados en las ciencias sociales y de la conducta.
En su obra, Adam Smith nos cuenta que las acciones de los individuos se rigen por la simpatía y la empatía, conceptos hoy definidos; de tal forma, que el individuo en la búsqueda de su felicidad e interés propio tropezará con los intereses ajenos, y por medio de la “simpatía hacia el prójimo” se llegará, inevitablemente, a un acuerdo (¡que beneficia a las partes!). Esta idea, por lo tanto, tiene un marcado carácter de cooperación social promovida. Dicho esto, podríamos considerar a Adam Smith como un pensador liberal social, no solo en lo moral y político, sino también en lo económico (donde se inició).
La empatía, en coincidencia con Smith, la entiendo y utilizo como: La capacidad de percibir, compartir, comprender, lo que otro u otros pueden sentir, preocupándose así por “vivir y experimentar” las experiencias ajenas, con un sentido vinculante que lleva a las personas a hacerse conscientes de que otros pueden ver, escuchar y pensar, de maneras diferentes; e inclusive, posicionados opuestamente. Smith ya concebía a las personas como seres vinculantes, sanadores* y sanados* (¡palabras mías!) a través del vínculo, como ahora mismo lo incluimos en la base de todo abordaje psicoterapéutico, o parte del accionar social y educativo.
Empatía
La simpatía, en complemento, es la cualidad conductual de “solidaridad mostrada” hacia una o más personas, que opera “transportada” por emociones y/o sentimientos, como la alegría, el llanto, el sufrimiento, la sensibilidad, el agrado o el acercamiento. Es el “pathos” (simpatía) de los griegos clásicos, (πάθος), lo que debe estar activo para la persuasión en la retórica (junto con el ethos y el logos), según Aristóteles. En principio, este “pathos” (simpatía) es más activo y preexistente que la consiguiente empatía.
En la “Retórica”, de Aristóteles, el “pathos” es el uso de los sentimientos humanos para afectar el juicio de las personas de un jurado o una multitud. En el sentido etimológico de la palabra: ¡Crear un argumento genuino, que busca convencer (influir), para vencer! En el concepto actual, la simpatía incorpora la presencia física, psicológica, y aun social, todo incorporado a la figura total, completa, del Ser y la consciencia… ¡Todo un poder afectante, de simpatía o antipatía!
El conocimiento y dominación (experticia) de estas cualidades humanas (yo agrego) son un avance estratégico y táctico en la experiencia analítica, terapéutica y de seguimiento, en situaciones psiquiátricas y psicológicas, cuando hay señales conductuales (¡expresivas!) que muestran ser beneficiosas a las personas.
La simpatía y la empatía multiplican su eficiencia al activarse la escucha activa entre dos o más personas, con consciencia plena. No se logra una empatía plena en una persona aun simpática, sin que haya una total concentración y sintonía en los mensajes que buscan ser comunicados; sean en palabras habladas o escritas, o con gesticulaciones “bien moldeadas”. Una escucha activa, de «recibir», procesar y entender lo que se comunica, desde el punto de vista del que habla y de quien recibe, es simpatía con empatía.
En todo esto, el presente hace aporte valioso a la idea original de Adam Smith. Aunque la empatía esté hoy comprendida como un fenómeno psicológico en la perspectiva neurocientífica, con el reconocimiento de la empatía como fenómeno connatural a lo humano y a la modulación o desarrollo de la empatía en la interacción social, la interpretación neurocientífica se apunta hacia una reducción funcionalista de la moral…
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La escucha empática activa se centra en las palabras, además en los sentimientos, ideas, conducta motora, pulmonar, manual, visual, que subyacen a la acción total en desarrollo. La empatía es básica: ¡Ponerse en el lugar del otro, pero escuchar sin juzgar, y comunicar qué se ha entendido! Finalmente, agregamos que dos elementos adicionales facilitan la escucha empática activa:
a) Disposición psicológica: La preparación interna de estar en el momento presente (actual), de prestar atención constante y observar al otro: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los sentimientos que respaldan u oponen. ¡No juzgar, y menos señalar!
b) Demostrar confianza: La expresión obvia de que se escucha al otro. Esto debe ocurrir durante el contacto. Se conoce como función fáctica del lenguaje (expresar palabras: “ya veo”, “umm”, “uh”, “entiendo”, “dime más”, “¿puedes repetir?” etc., sin lastimar, intimidar o asfixiar al ego; sin saturar la consciencia del otro). También debe cuidarse dejar el accionar libre del lenguaje no verbal (contacto visual no amenazante, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).
Una pregunta final: ¿Existe justificación para que entremos a conocer más a Adam Smith?
¡Seguro que hay muchas. Todo presente tiene raíces en el pasado. Pero, en esta oportunidad nos hemos centrado en sólo dos razones que tienen inmediatas aplicaciones, y muy útiles beneficios, en la vida diaria, en la ciencia actual, en la psiquiatría y psicología, en la efectividad de sociedades y grupos, en el manejo de los fundamentos del poderoso sistema educacional, que es base de la liberación de los pueblos y sus consciencias, y en la vinculación humana, en general
Hernani Zambrano Giménez
Psicólogo clínico y social, y economista
@Hernanizambrano
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