Rodolfo Izaguirre nos trae: El intérprete ruso
29 de septiembre de 2013
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Para Marco y Mercedes

Lo primero que pedí al intérprete que me asignaron fue que me consiguiera una entrevista con Privato. “Estaré quince días en Moscú –le dije–. Vengo de Caracas, y no quiero perder la ocasión de conocer la Cinemateca”. “Su petición va por buen camino”, “todo va marchando”, “no se preocupe, pronto tendremos vía libre”, respondía el pieribodichk cada vez que preguntaba por Privato. Tres días antes de mi partida, desesperado, conminé al muchacho: “¡Llama a Privato! ¡Agarra el teléfono y llámalo! ¡Es lo que hacemos en Venezuela que está en el fin del mundo!”. No era posible. Supe que el fin del mundo, al menos en lo que a burocracia se refiere, se encontraba precisamente en Moscú. Había que escalar inexpugnables y espesas capas burocráticas que un intérprete o una llamada telefónica no eran capaces de vencer. La mañana de mi regreso, mientras preparaba la maleta, apareció Viktor Privato en el hotel. No visité la Cinemateca; pero Viktor regaló a la nuestra varios filmes clásicos soviéticos y mi intérprete no pudo evitar mostrar su satisfacción por haber asistido, aunque fuese en un último momento, a la entrevista en la que se habló de cine y de futuros acuerdos e intercambios.

Abrumado por la tardía comparecencia de Viktor Privato, cumplía, sin embargo, puntualmente, sus tareas de intérprete y nos acompañaba en nuestros paseos y diligencias. La vez que Belén salió del inmenso hotel Rossiya a poner una carta y en lugar de tomar a la derecha lo hizo a la izquierda para perderse, fue él quien finalmente la encontró exhausta, pero con vida. Un día supimos que tenía compromisos con su novia; le dimos el día libre y, cómplices, prometimos guardar silencio: algo inusual en un país practicante de la delación desde los tiempos de Stalin. De allí que agradecía mi delicadeza por no acusarlo y por hablarle con lentitud porque con nosotros estaba viviendo su segunda experiencia como pieribodichk y, perturbado por el recuerdo de sus inicios como traductor, nos confesó que dos semanas antes tuvo que acompañar y ser el intérprete de un grupo de… ¡boxeadores cubanos!

Rodolfo Izaguirre
Escritor y Crítico de Cine
izaguirreblanco@gmail.com

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