El poder de las caricias
28 de agosto de 2014
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Nuestro organismo tiene entre 6 o 10 millones de sensores táctiles que recogen información tanto del interior como del exterior del cuerpo, siendo el sentido del tacto el más repartido y también el más duradero, de ahí que la piel se convierta en una especie de “órgano social” y el tacto en un instrumento de gran potencial.
Las caricias se muestran, según una reciente investigación, como uno de los estandartes de este sentido, ya que estas se transmiten desde la piel hasta el cerebro por medio de nervios cuya velocidad de conducción es muy lenta.
Las fibras nerviosas táctiles (CTs), como se denominan a los nervios que responden a las caricias, tienen un umbral perceptivo muy bajo y los receptores que las activan se localizan en la piel con presencia de vello.
Estos sensores nos aportan información desde el principio de nuestra vida, por lo que “un fallo en el sistema de CT durante el neurodesarrollo puede impactar negativamente en el funcionamiento del cerebro social», afirma Francis McGlone, líder del estudio.
Los investigadores sostienen que el déficit de caricias durante la vida temprana puede tener efectos negativos sobre una serie de comportamientos y estados psicológicos en la edad adulta, ya que, al no enviar estas sensaciones táctiles al sistema límbico (encargado de gestionar las respuestas emocionales), el desarrollo del cerebro se resiente.
Con el aumento de las redes sociales que fomentan la comunicación sin contacto, y la disminución de caricias afectuosas en los bebés por parte de cuidadores y padres debido a las presiones económicas de la vida moderna, las caricias y el tacto ha quedado relegado a un segundo plano. Es por eso que McGlone alega que es cada vez más importante reconocer cuán vital es una afectuosa caricia.
Cortesía: MuyInteresante.com
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