Fin de la Europa sin fronteras
28 de enero de 2020
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Apenas faltan tres días para que Europa concluya su luna de miel familiar y recupere nuevamente una de sus principales fronteras derribadas por la voluntad colectiva de integración. A las doce de la noche del viernes, el Reino Unido abandonará la Unión y todos, británicos y europeos, divididos tendremos que recuperar el pasaporte para poder cruzar el canal de la Mancha.
Se esperaba hace tiempo, pero conforme se acerca la fecha la frustración que proporciona ver alejarse a los desertores aumenta. Hay que mentalizarse. El mundo económico lleva tres años preparándose para minimizar el golpe del fin del mercado único y la libre circulación de personas. Le queda negociar los acuerdos bilaterales que regulen los intercambios comerciales desde ahora.
Los efectos en la economía los sufriremos todos, se dice que los británicos más –es su problema–, pero a los ciudadanos de los Veintisiete también nos tocará compartir pérdidas. Los efectos del brexit afectan a las personas, a los negocios, a los países, a la seguridad y a la organización supranacional que en la UE era ejemplo para los demás y estos días una institución frustrada.
Una de las mayores preocupaciones, por encima de los efectos cuantificables en los respectivos PIB, es que el ejemplo sirva de estímulo para otros. Los partidos ultranacionalistas, euroescépticos y antieuropeos, que están proliferando por todas partes, verán en el ejemplo del Reino Unido un nuevo argumento en contra de la integración y no tardarán en exigir referéndums sobe su continuidad.
El brexit abre otra brecha entre los residentes de uno y otro lado. En el Reino Unido trabajan muchos españoles y en España otros tantos británicos y, sobre ellos, recae el peso de la incertidumbre. Habrá negociaciones para afrontar su futuro, pero la seguridad que disfrutaban todos, unos con su empleo y otros con el usufructo de su sanidad garantizada, zozobra. El turismo también se resentirá.
La exigencia de pasaporte retraerá a muchos. España puede ser uno de los destinos del turismo británico más afectados. La libre circulación era una ventaja que se echará de menos. Fueron 47 años juntos y, aunque para la Unión el Reino Unido siempre fue un incordio y un freno para los avances, al final eran más los beneficios que aportaba.
Algunos lamentan también su decisión porque rompe el equilibrio frente a la influencia del eje franco alemán. En el ámbito económico estos serán los países más afectados junto a los otros fronterizos –por tierra o mar–: Irlanda, Bélgica, y Países Bajos. Mientras, el brexit perjudicará las relaciones de la UE con los Estados Unidos y países de la Commonwealth, como Canadá, Australia, India, Sudáfrica, etcétera.
Un artículo del periodista Diego Carcedo
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