Cecilia Martínez conversando con Ivonne Attas
25 de septiembre de 2015
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Esta entrevista fue realizada el mes mayo de 2009.
Cecilia Martínez gran mujer venezolana dejó de existir el 24 de septiembre de 2015 a la edad de 101 años. En su honor reproducimos este trabajo periodístico |
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Pocas personas en Venezuela con excepción de los muy jóvenes, no saben quien es mi invitada de hoy. Ella es Cecilia Martínez Mendoza, una mujer descendiente directa de Cristóbal Mendoza, ligada a las familias más relevantes del país y si embargo de familia muy modesta económicamente, como lo eran en el fondo casi todas en la Venezuela de 1913, año en que nació mi amiga Cecilia.
Ella y sus hermanos quedaron huérfanos muy pequeños y fueron criados por un padre severo y exigente pero que les dio muchísimo amor y una gran formación social y espiritual. Muy joven Cecilia atrevida, como siempre ha sido, se presentó a una emisora de radio a cantar en vivo y… allí empezó la historia de la Martínez pionera de la radio y televisión venezolana.
Muchísimas personas la recuerdan en diferentes comerciales como locutora, en actuaciones especiales de televisión como actriz, presentadora de un programa que marco época, porque fue el primer programa magazine dedicado a las mujeres y su enfoque fue de avanzada, porque no era el típico programa de cocina, bordados, cuidados maternos, etc. NO, era un programa diferente, preparado especialmente para la mujer que empezaba ya por esa época a enfrentarse a la doble jornada, como madre y esposa y como profesional. Por lo mismo, allí se trataban temas de mucha actualidad con invitados de gran envergadura en cada una de las materias que siempre dejaban una lección.
Precisamente allí es donde empiezo a conocer a la que ha permanecido a través de los años como una gran amiga, de quien siempre tengo motivos para hablar «sabroso» y aprender mucho. Cecilia es «sabia», porque sus vivencias llenas de pasos asertivos y también de muchos errores, la han hecho tan humana y tan precisa, el que tiene el privilegio de tratarla, recibe simplemente de sus actuaciones, una lección de vida.
En ese programa que ella animaba con gran acierto, a mí que empezaba como locutora en televisión, me contrató una firma francesa de cosméticos para que hiciera un comercial diario. Pero eso terminó siendo un espacio dentro del programa por el estímulo que me dio Ceci, que es así como la llamamos los que la queremos. Vino luego la época del famoso programa «Monte sus Cauchos Goodyear» con el Profesor Negrón y todo el mundo recuerda aquella famosa frase que el le dirigía «¿Cuánto tiene el pote Cecilia?», esa frase se volvió famosa y cuando la veían en la calle todo el mundo le hacia la misma pregunta.
Tuve la suerte de asistir a muchos eventos en su casa de Altamira donde las fiestas organizadas por ella, eran de una elegancia extrema y muy amenas, porque así las procuraba hacer su anfitriona. Allí pude observar el gran amor que recíprocamente se profesaban ella y Eduardo Reina y lo feliz que la hizo durante algunos años, esa relación.
La vida de Cecilia no ha sido nada fácil, ha luchado como madre incansable para levantar un hogar de principios y todas sus actuaciones han sobrepasado la época, porque si podemos calificarla con una sola palabra, diríamos que es la mujer vanguardísta por excelencia. En las fotos que incluye esta entrevista, verán que no miento cuando digo que Cecilia sigue bella y joven a sus 94 años BIEN VIVIDOS.
Cecilia, a tus preciosos 95 años, ¿estas en capacidad de hacer un balance objetivo de tu vida sin dejar de lado tus errores y aciertos?
Cecilia Martinez: Hacer un balance objetivo de la vida de una vieja de 95 años no es fácil, pero lo intentaré… Dios me concedió la gracia de ver la vida a través de un prisma de colores; un caledoscopio que cambia según las circunstancias. Me viste desgarrada y destrozada por la pérdida de mi hija, pero Dios que nunca me ha fallado vino en mi auxilio. He logrado volver a ser la misma de antes aunque con una inmensa cicatriz en el corazón. No creo que exista ningún secreto, tomo la vida como viene y la disfruto. No tengo complejos, aprecio el cariño de mi hija como un gran don. Me miro al espejo y le doy gracias a Dios.
Ivonne Attas: Tu vida ha estado siempre llena de contradicciones, por un lado hemos conocido la Cecilia «Mundana», la mujer siempre dispuesta a asistir a una buena reunión, a tomarse una copa de vino o un whiskey y a charlar animadamente de cualquier tema sin sonrojarte ni escandalizarte por nada de lo que escuchas. Por otro lado, hemos visto la Cecilia «Religiosa», muy puntual y metódica en el cumplimiento de sus deberes como católica practicante y la madre desgarrada del dolor por la muerte prematura de una de sus hijas. ¿Cómo se conjugan en una sola persona seres tan diferentes?
C.M.: Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Ser alegre es parte de ser creyente.
I.A.: Tu vitalidad a la edad que confiesas sin ningún reparo y porque tampoco podrías hacerlo ya que todo el mundo te conoce, ¿A qué la atribuyes, es acaso un factor genético o es una especial manera de vivir y cuidarse cuyo secreto estás OBLIGADA a revelar?
C.M.: Para mí es una forma de vivir, ya que, como dije anteriormente, siempre he visto la vida a colores, aceptando lo bueno y lo malo con el mismo optimismo.
I.A.: De tu trayectoria todos sabemos que has incursionado por el canto, por la locución, por la actuación, por el cine, etc. ¿Si ahora tuvieras 20 años y entre todas estas facetas artísticas tuvieras que escoger una para desarrollarla plenamente, por cual de ellas te inclinarías?
C.M.: Hubiera elegido el teatro. De pequeña mi padre me llamaba Margarita Xirgu, una gran actriz de su época, porque yo siempre estaba actuando.
I.A.: La vida te ha puesto muy temprano y en una época en que la mujer no era bien vista en lo que tú tuviste que asumir, por ejemplo un divorcio y una salida al trabajo obligado para sostener tus hijas. ¿Cómo te enfrentaste con dignidad a las críticas que por supuesto tuviste que afrontar por tu posición valiente y muy vanguardista?
C.M.: Cuando tomé la decisión de divorciarme sabía a lo que me iba a enfrentar dada la cultura de la época, pero eso no fue factor para impedir que tomara una decisión que consideré ineludible. Cometí muchos errores, y le di pie a la humanidad para ejercer su deporte favorito: la crítica siempre maligna y maliciosa. Pero ante todo estaba mi trabajo y la educación de mis hijas, de modo que pasé por encima de todas las críticas y creo haber sido una buena profesional. Hoy a mis dulces 95 años encuentro gente, aún las que me criticaron, que me recuerdan con cariño, cosa que me emociona y agradezco.
I.A.: A tu lado crecieron mujeres excepcionales, contemporáneas tuyas que también «escandalizaron» en esa época por sus ideas, sus actuaciones públicas y por sus enfoques frente a materias que en ese entonces, solo los hombres se atrevían a opinar. ¿De esas compañeras de «dichas y desdichas», a cuales recuerdas con más afecto y admiración y porqué?
C.M.: A María Teresa Castillo, que fue mi amiga desde los bancos del colegio. La vida nos separó cuando tomamos caminos distintos. Ella se dedicó íntegramente a la política junto a Josefina Juliac y Antonia Palacios, más tarde, con la misma pasión, se entregó al fomento de la cultura, fundando el Ateneo de Caracas, que hoy tendría más de 70 años.
I.A.: Fuiste de las primeras mujeres que ejercieron el voto en una sociedad a las cuales no le estaba permitido al género femenino participar políticamente. ¿A quién le diste tu primer voto y porqué?
C.M.: La primera elección por el voto popular y directo, en la que votamos por primera vez las mujeres fue en 1945 cuando resultó electo Rómulo Gallegos, pero yo no voté ese año porque estaba fuera del país con mi hija Yolanda. La primera vez que voté fue en 1959 cuando ganó Rómulo Betancourt y yo le di mi voto a Rafael Caldera.
I.A.: ¿Te molesta que digan que Cecilia Martínez es una «Institución» en Venezuela, o preferirías que se refirieran a ti en vida y después de otra manera?
C.M.: Yo no me siento una Institución. Prefiero que me traten con cariño y me recuerden con alegría.
I. A.: En una oportunidad, le escuche decir a alguien que le habías limpiado las orejas a Rafael Caldera, lo cual no quiere decir que le hayas jalado las orejas por desobediente. ¿Cómo fue eso siendo él un hombre contemporáneo tuyo?
C.M.: Cuando estábamos pequeños jugábamos con Caldera en el patio de la casa de mi abuela Josefa Aguerrevere de Mendoza porque Rafael era amigo de nuestro primo Lorenzo Fernández González Mendoza, por lo cual no me extrañaría que en alguna oportunidad nos hubiésemos jalado las orejas.
I.A.: También se dice que tu longevidad y vitalidad, responden a que tu vecino el Dr. José Gregorio Hernández, te inyectaba cuando eras pequeña y te enfermabas. ¿Es la santidad de ese famoso médico, la que te protege y te mantiene igualita a través de los años, no sólo mentalmente, sino físicamente por que cualquiera que no supiera le edad que tu confiesas abiertamente, te calcularía 20 años menos?
C.M.: Sí, el Dr. José Gregorio Hernández era nuestro vecino, y con frecuencia bajaba del tranvía y entraba a saludar a mi papá. Cierta vez amanecí con dolor de garganta, papá no se preocupó y dijo «esperemos que llegue José Gregorio». Cuando llegó y me vio la garganta, sin decir palabra, corrió hacia la farmacia regresando con una inyectadora que entonces me pareció enorme, y me puso una inyección en el vientre, luego le explicó a mi papá que lo que yo tenía era difteria. Así que posiblemente a él le debo el milagro de ¡conservarme en mi jugo!
I.A.: Siendo como eres autodidacta porque la vida no te ha dado las oportunidades de asistir a la universidad, ¿Cómo has podido lograr una formación tan completa, ya que es casi imposible tocar un tema contigo del cual no tengas conocimiento?
C.M.: ¿Quien te dijo que tengo una formación tan completa, siendo que soy una analfabeta funcional? He sido curiosa y leo mucho pero con respecto a los avances electrónicos soy una nulidad, el celular no es más que un aparato que me molesta en la cartera.
I.A.: En la lectura, ¿Por cuál tipo de libro te inclinas?
C.M.: Me gusta leer todo, desde el periódico hasta cualquier papelito que caiga en mis manos, aunque tengo preferencia por los libros con contenido histórico.
I.A.: Llegar casi a los 100 años, te ha dado la visión del siglo pasado y el comienzo de éste. Esta es una posición privilegiada ya que te da con la lucidez de tu mente la capacidad de analizar los procesos evolutivos de la historia de Venezuela y del hombre dentro de ella. ¿Tratando de hacer abstracción del fenómeno Chavéz que nos ha sacudido a todos, negativa o positivamente, cómo ves al venezolano del Siglo 21 y su proyección en las próximas décadas?
C.M.: Veo al venezolano con cierto optimismo, ya que a pesar de los malos y menos malos presidentes, y de estos últimos años tan terribles veo una luz al final del túnel. La preparación y valentía de los jóvenes de hoy nos llena de esperanza y optimismo.
I.A.: Eres madre, abuela y bisabuela. ¿En cual de esos papeles te has sentido más consentida y consentidora?
C.M.: No he tenido tiempo de consentir ni de que me consientan. Quizás es en esta última etapa de mi vida cuando me he sentido más consentida.
I.A.: Tu vida amorosa ha sido intensa y aunque muchos, en ese entonces, te criticaron cuando te casaste en segundas nupcias con quien tu calificas «la gran pasión» de tu vida, un hombre maravilloso como Eduardo Reina a quien le llevabas más de 20 años y que falleció prematuramente. ¿Cómo venciste los comentarios adversos y cómo ellos no lograron en ningún momento incidir negativamente en esa relación?
C.M.: Como era mi costumbre, no hacer absolutamente caso a los comentarios de los demás. Eduardo y yo nos queríamos profundamente y nuestra relación sólo nos concernía a nosotros.
I.A.: Tuviste dos hijas extraordinarias pero cada una diferente en su personalidad. La vida te hizo enfrentar la muerte de Yolanda hace apenas unos años y ahora vives con Helena que a veces, parece ser tu madre, por que los roles en algunas oportunidades parecieran invertirse. ¿Te sientes cómoda en esta posición?
C.M.: Comodísima y no quiero que cambie de ninguna manera.
I.A.: Cecilia, a tu edad es inevitable que el pensamiento de la desaparición física venga a tu mente en ciertos momentos, quizás porque has visto a mucha gente cercana partir antes que tú. ¿Qué sientes frente a esa única certeza del ser humano?
C.M.: Yo no le tengo ningún miedo a la muerte en sí, porque sé que lo que nos espera es muchísimo mejor que lo que ahora tenemos Lo que si le pido a Dios es que me de una muerte tranquila y en paz.
I.A.: La Cecilia Martínez que todos conocemos y amamos por ser una mujer extraordinaria debe ir directamente al Paraíso Celestial. Pero tú que te conoces mejor que nadie, ¿crees que te lo mereces y cuál sería el ser que quisieras que te recibiera en la llegada del último viaje?
No se trata de merecer se trata del amor de Dios que no tiene límites. Me gustaría que fuera mi hija Yolanda la que me esperara del otro lado.
Una entrevista realizada por Ivonne Attas
Periodista y política venezolana
ivonea.calderon@gmail.com
@ivonneattas2
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