El peso de la culpa
25 de julio de 2012
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Que pueden haberlo. Sí. Que tenían ganas de hacerlo. También. Me atrevo incluso a decir que la Seguridad del Estado ha flirteado bastante con la idea de eliminar a Oswaldo Payá.
Lo que dudo, a la espera que retorne de La Habana el joven Ángel Carromero y nos cuente con detalle qué pasó en la carretera, es que lo hayan asesinado. No les conviene ahora.
La versión del militante de Nuevas Generaciones, que iba al volante del coche en que falleció el principal líder opositor, será definitiva y las autoridades castristas lo saben. Por eso le han retenido en Bayamo. No han presentado cargos, pero quieren asegurarse de que, antes de dejar la isla, les exima de toda culpa, rubricando una declaración similar a la que probablemente ya ha efectuado el democristiano sueco Aron Modig, quien también iba en el vehículo.
Los del G-2 son perversos, pero no tontos. Tienen oficio. Como les pasa a Fidel, a Raúl y a todos esos siniestros personajes que contribuyen a hacer de Cuba una gran cárcel. Y ahí, en los años que llevan perpetrando maldades, estriba buena parte del embrollo en que les ha metido el confuso, extraño y sospechoso «accidente» sufrido por Payá. Las tiranías como la castrista son siempre culpables, hasta que no demuestren lo contrario. Y a veces, aunque lo demuestren.
Alfonso Rojo
Periodista español
Columnista del ABC y Director de Periodista Digital
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