Ricardo Angoso: España se la juega en las próximas elecciones
24 de noviembre de 2015
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A merced de la irresponsabilidad política e ineptitud manifiesta de nuestros actuales gobernantes, España atraviesa uno de los más graves trances de su historia, fruto de las tensiones centrífugas, una prolongada crisis económica y un cascada de escándalos de corrupción que se hace ya interminable e insoportable para la ciudadanía. Este estado de cosas no es ajeno al nulo, inconsistente y errático liderazgo del actual presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, quizá el peor jefe de ejecutivo de la reciente historia moderna de España.
El proceso de independencia de Cataluña, que es conducido por una casta nacionalista realmente impresentable, demagoga y despreciable, no es algo que haya surgido de la nada, sino que la falta de diálogo entre las partes y la escasa templanza política de Rajoy son las que nos han llevado a este choque de trenes. Si hubiera habido voluntad política y Rajoy hubiera hecho lo que tenía que haber hecho -negociar un acuerdo con el gobierno catalán que hubiera evitado este desaguisado- no estaríamos ahora ad portas de que Cataluña esté a punto de proclamar su independencia y el país se encamine hacia un desastre de una magnitud desconocida hasta ahora. Negociar, hablar, pactar, buscar un arreglo y consensuar, esas son las palabras clave en política pero que Rajoy no tiene en su escaso vocabulario. No le alcanzan semejantes conceptos a su primario intelecto.
Pero, en cualquier caso, un proceso como el de la independencia de Cataluña, como ocurrió en la antigua Yugoslavia y en la extinta Unión Soviética, necesita el consenso amplio de la sociedad que aspire a ello. Tengamos en cuenta que las independencias de Croacia, Eslovenia, Eslovaquia y Bosnia y Herzegovina, por poner tan solo algunos ejemplos, contaron con el apoyo de más del 90% de la población censada en las respectivas consultas organizadas para decidir tan ardua cuestión. El voto independentista en Cataluña en las últimas regionales apenas llegó al 48% frente al 51% no independentista, aunque la victoria en diputados de los independentistas en el parlamento catalán llevó a la aprobación de la controvertida moción independentista. A los independentistas, al día de hoy, les resultaría muy difícil ganar una consulta, tal como ocurrió en su momento en Escocia y en Quebec en varias ocasiones, ya que parece que los ánimos nacionalistas se enfrían a medida que tan complejo escenario se acerca.
CORRUPCIÓN, EN ALZA MIENTRAS LOS POLÍTICOS MIRAN PARA OTRO LADO
Luego está el incalificable clima de corrupción de los últimos años. Desde los ayuntamientos más ínfimos hasta la Casa Real se han visto afectados por esta auténtica plaga a la que se le ha venido a unir la impunidad total para una clase política incapaz de reaccionar ante este flagelo. Fruto de la inacción de las dos grandes fuerzas políticas -el centrista Partido Popular (PP) y el izquierdista Partido Socialista Obrero Español (PSOE)-, un partido antisistema, Podemos, y otro de carácter centrista pero alejado de las malas mañas de los políticos tradicionales, Ciudadanos, se abren paso en las encuestas y tienen grandes expectativas de éxito electoral para las próximas elecciones generales previstas para el mes de diciembre, en que seguramente se pondrá fin al bipartidismo en España y comenzará nueva era en que será necesaria la conformación de grandes coaliciones para gobernar el país.
Por suerte para todos, y en este clima de incertidumbre electoral y crisis manifiesta, parece ser que, según señalan las encuestas, la estrella hasta ahora emergente de Podemos comienza a declinar y podría obtener unos resultados bastante más menguados de lo que inicialmente se preveían. A este descenso que señalan las encuestas, que ya se ha convertido en una tendencia electoral que se comprobó muy gráficamente en las elecciones regionales catalanas, no le son ajenas las payasadas y boutades perpetradas -no merecen otro nombre- por los recién elegidos alcaldes y alcaldesas apoyados por este movimiento tan heterogéneo y diverso. Grupo político que, por cierto, ha recibido el apoyo y los dineros de la Venezuela del sátrapa Nicolás Maduro y del régimen más reaccionario del mundo: Irán. ¿Son esos dos modelos políticos en los que se mira Podemos para gobernar España? Mejor no probar suerte y dejarlos para siempre en la oposición.
Mientras la corrupción se hacía presente y los políticos miraban para otro lado, cuando no se tapaban entre ellos los grandes escándalos, España padecía la más grave crisis económica de su historia. El desempleo llegaba casi al 30%, miles de empresas cerraban por quiebra, el sector inmobiliario tras décadas de opulencia se hundía sin remisión y millones de jóvenes salían del país hacia otros destinos más boyantes, recordando unas escenas que ya creíamos olvidadas para siempre, y la desesperanza y el pesimismo ante tal estado de cosas cundió en la sociedad española.
Aparte de todos estos desafíos, a los que no supo hacer frente el actual ejecutivo popular, se le viene a unir la grave crisis por la que atraviesan los populares. Muy divididos, sin un liderazgo sólido y habiendo perdido numerosas regiones y municipios importantes, el PP, de tener unos resultados adversos en los próximos comicios como pronostican todos los estudios electorales, tendrá que afrontar una necesaria catarsis y una rotunda renovación. Paradójicamente, el gobierno de Rajoy estaba saboreando sus mejores momentos en estos cuatro años tras haber aparecido unos brotes verdes en la economía española y síntomas de una cierta mejoría en un cuadro económico hasta hace muy poco realmente crítico. Fruto de ese estado de cosas, el PP ha conseguido una cierta mejoría en las encuestas, pero no olvidemos que en las últimas elecciones locales y regionales esta formación desapareció casi literalmente en varias regiones históricas, como Navarra, el País Vasco y Cataluña.
Pero si Rajoy tendrá que pasar por las urnas para revalidar su liderazgo ante su partido y también ante la sociedad española, que está en juego en las elecciones del 20 de diciembre próximo, no menos fácil lo tiene el joven líder socialista, Pedro Sánchez, que de obtener unos malos resultados y una caída en diputados en sus filas seguramente tendrá que dejar el cargo y convocar un congreso extraordinario en el PSOE.
Así las cosas, las próximas elecciones van ser muy clasificadoras y serán un punto de inflexión en la vida política, provocando seguras transformaciones en las fuerzas tradicionales y preparando el camino para la emergencia de otras. Se acabarán, seguramente, las mayorías absolutas y hará falta del necesario espíritu de consenso (abandonado desde la Transición) para construir mayorías sólidas que aseguren la gobernabilidad del país. Un pacto PP-Ciudadanos parece el escenario más realista a tenor de las tendencias electorales que al día recogen las encuestas.
Ricardo Angoso
Periodista español
rangoso@iniciativaradical.org
@ricardoangoso
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