Salud Hernández-Mora: Roy se la fumó verde
24 de noviembre de 2014
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Fue un espectáculo tan frívolo como lamentable. En medio de un debate, Roy Barreras y otros senadores repartieron té de coca y bromearon sobre el consumo de drogas, como si los muertos por adicción y por combatir el narcotráfico fueran una comedia. Les sugiero representar el mismo sainete en Tacueyó, a ver si se ríen con sus gracias el cuerpo docente y los padres de familia.
Es un corregimiento de Toribío (norte del Cauca), donde no le cabe una mata de marihuana y también abundan las de coca. Hay tantos invernaderos, con lámparas prendidas toda la noche para calentar la hierba “medicinal”, que parece un paisaje navideño.
Una profesora del municipio me contó que sorprendió a un adolescente fumando un cacho y lo regañó. El muchacho respondió con una cantaleta muy popular en la burbuja donde habitan Roy, Santos y compañía: “Profe, si el Presidente dice que es medicinal”. Imposible luchar así contra el hábito, apostilló la profe.
Lo grave es que no se trata ya de un cacho furtivo, sino de consumo masivo y preocupante, además de una cultura narca, que se está imponiendo entre la juventud indígena de Tacueyó.
El cultivo de la marihuana creepy se extendió porque el precio lo hizo más atractivo que las hojas de coca. Pero, igual, cultivan coca, puesto que la ley les permite tener un número pequeño de matas en respeto a su tradición ancestral. ¿Y qué ha ocurrido? Lo evidente: nadie toma té de coca ni mastica las hojas por allá, como sugieren Roy y sus chistosos colegas, sino que amplían los sembrados y la venden para los laboratorios de los narcos y las Farc. Como nadie controla, se descontroló el permiso.
Los políticos deberían aprender que con la marihuana no se juega, puesto que el mensaje llega por igual a adultos y a menores de edad. Fumada en edades tempranas –y ya hay mucho escolar de 8 años en adelante haciéndolo– puede provocar esquizofrenia, entre otros males. Lo sé por un familiar cercano que la padece y por informes de expertos. Es, además, la puerta de entrada a drogas duras.
El problema de adicción entre niños y adolescentes se está desbordando en Tacueyó y en toda Colombia. No solo por las mencionadas drogas y sus derivados; también la heroína causa cada día más estragos. Y la cultivan en otras veredas de Toribío.Quise saber por qué Santander de Quilichao, un pueblo grande y próspero, a solo una hora de Toribío, tiene registrados más de mil heroinómanos. Fui hace poco hasta la vereda donde ahora hay sembrada amapola –más arriba de Puente Quemado– y aprendí que en algunas casas indígenas, ajenas al terrible mal que provocan, procesan de manera artesanal la goma blanca que extraen de los capullos y la vuelven heroína. Para comprobar lo fácil de comprarla en Santander de Quilichao, por solo 5.000 pesos conseguí una papelina de dos dosis.
Por si faltara algo, atender a los adictos es casi imposible. El único centro del Cauca, que está en Santander, no da abasto. Esa droga, que allí aspiran –en Pereira se la inyectan–, es un camino al abismo, que apenas tiene reversa, y muchos empezaron con la “medicinal” marihuana.
Sigan, señores Roy y Santos, con sus gestos y palabras irresponsables hasta que el problema se les salga de las manos. Es como si clamaran a los cuatro vientos que el opio –aplican morfina a enfermos con dolores espantosos– es saludable e inocuo.
No hay en Colombia una política estatal de prevención ni tratamiento y, en lugar de trabajarla, reparten bromas y tecitos. Las mamás de los adictos les estarán muy agradecidas.
Salud Hernandez-Mora
Periodsta española residenciada en Colombia
@saludhernandezm
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