¡Versace soy yo!

24 de marzo de 2013

donatellaportada2

– Donatella pasó a ser directora creativa de la marca tras la muerte de Gianni

– Las celebrities recurren a ella y han conseguido relanzar las ventas de la casa

– ‘Yo era la única que tenía el valor de decirle [a Gianni] lo que pensaba’

Donattella1En el mundo de la moda abundan las personalidades fuertes, pero sólo hay una Donatella Versace. La diseñadora incluso ha servido de inspiración para un popular sketch satírico sobre una excesiva y glamourosa diva rubia (como no podía ser de otro modo) en Saturday Night Live, el programa de humor preferido por los estadounidenses (y le hizo gracia). Las drag queens de todo el mundo la han imitado (y le halaga). Si fuera un personaje de una película, no cabe duda de que podría haber salido de la imaginación de Pedro Almodóvar. Pero Donatella es real y por eso resulta tan apasionante.

A lo largo de los años, Sandra Brant y yo, ambas editoras internacionales de Vanity Fair, hemos presenciado la extraordinaria evolución de ‘D.V.’, como la llaman sus fans. Pasamos varios días en Miami junto a ella y su hermano mayor, Santo, justo después de que el 15 de julio de 1997 el asesino en serie Andrew Cunanan matara de un disparo a Gianni, el famoso diseñador y hermano de ambos. No existen palabras para describir su congoja y su sentimiento de pérdida. En septiembre de ese año asistimos a los desfiles de moda de Milán en los que Donatella se estrenó como directora creativa de la casa Versace, un cargo que tuvo que asumir por los caprichos del destino, y que aceptó por la responsabilidad que sentía hacia su familia y hacia el legado de Gianni. A Donatella le sobraba talento y estaba más que preparada para desempeñar esa posición, aunque quizá no lo sabía todavía.

Ahora da la impresión de que ese período tan complicado queda lejanísimo. A medida que han ido pasando los años, la diseñadora se ha ido sintiendo cada vez más cómoda en su piel. Ha sido una de las figuras que más ha contribuido a que la empresa vuelva a obtener beneficios; sus diseños brillan en la alfombra roja y reciben encendidas alabanzas de los críticos más exigentes de la moda.

Tal y como dicen en el cine, Donatella está «lista para su primer plano»: dispuesta a hablar de qué le inspira, de los momentos divertidos, de las tragedias, las revelaciones y las victorias que han formado una parte fundamental de su evolución.

—Donatella Versace: Cuando me enteré de que quería usted entrevistarme, me dije: ‘¿Acaso hay algo que Ingrid no sepa de mí? Ha sido testigo de casi todo lo que me ha pasado en la vida’. Me conoce desde hace tanto tiempo y de forma tan íntima que suelo decir en broma que sabe usted de mí más que yo.

—Ingrid Sischy: Es usted muy generosa. Tengo la sensación de que las dos llevamos 20 años siendo espectadoras privilegiadas de la vida de otra. Y precisamente por eso sé que tiene mucho que contarnos. Además, estamos ante un momento crucial en la moda, en el mundo y en su vida.

—Donatella Versace: Sí, éste es un momento muy importante.

Donatella23—I.S.: Tras varios años complicados, su empresa anunció que en 2011 había vuelto a obtener beneficios. Y, como directora creativa, a usted le cuesta mucho menos explorar el pasado de la casa de lo que le costaba cuando asumió el liderazgo de la marca en 1997, tras el asesinato de Gianni. Defiende con mayor agresividad su derecho a utilizar la historia de la empresa, en vez de dejar que otros diseñadores la copien, que era lo que sucedía. Ha vivido una evolución asombrosa.

Sandra Brant y yo la conocimos a principios de los años noventa, antes que a Gianni. En esa etapa era usted su arma secreta más potente. Era su hermana pequeña, pero también le servía de cazatalentos. Se hacía amiga de aquellos que, según usted, Gianni debía conocer, ya fueran músicos, escritores, fotógrafos o directores de revistas, y después se los presentaba. Nos invitó a Sandra y a mí a una comida en su casa. Jamás lo olvidaré. Por aquel entonces estaba casada con Paul Beck [padre de los dos hijos de la diseñadora, Allegra y Daniel], y sólo estuvimos los cuatro. Nos impresionó como persona y también por su forma de vivir. Lo sabía todo sobre las últimas novedades musicales de Inglaterra y Estados Unidos, pero también había cierto glamour clásico, un toque italiano, refinado y desmesurado en usted y en su estilo de vida. Fue una inmersión total en el mundo Versace. Había ramos de rosas de tonos pálidos por todas partes y velas que desprendían un exquisito aroma a nardos. Telas suntuosas cubrían sofás, sillas, mesa… El entorno parecía una obra de arte iluminada por su presencia. Descubrimos a una rubia exposiva con zapatos de tacón, auténtica y dotada de un vivo e ingenioso sentido del humor.

Donatella24—D.V.: Sigo siendo la misma persona. Me encanta recibir a mis amigos en casa. Prefiero las reuniones íntimas, porque adoro conversar. Quiero crear el mejor ambiente para que la gente se sienta cómoda. Para mí es fundamental el contacto directo. Siempre pienso en el mañana. ¿Qué nos espera? No sólo en la moda, sino también en la política y la cultura. No dejo de pensar en los cambios que se producen en el mundo. Eso me anima a continuar avanzando, espero que en la buena dirección. Soy muy curiosa, quiero saber todo lo posible. Aprendo rápido y actúo más rápido aún.

—I.S.: En ese sentido, usted podría pasar por neoyorquina. Su apertura al cambio no es frecuente en el lugar del que procede.

—D.V.: ¿Se refiere usted al sur de Italia? La parte más conservadora del país (ríe).

—I.S.: ¿Su forma de ser se debe a la educación que le dieron sus padres, o a que se rebeló contra ellos

—D.V.: Mi padre tenía una pequeña ferretería, pero era más poeta que empresario. Mi madre, modista, era todo lo contrario, una persona muy práctica, con los pies en la tierra. Durante mucho tiempo me molestó enormemente su carácter estricto. Después se lo agradecí, porque se mostraba rígida en los aspectos más aburridos, pero más importantes. Aunque no me puso pegas cuando quise viajar y ver mundo.

—I.S.: Siempre me han encantado las anécdotas sobre las trastadas que Gianni y usted hacían de pequeños, porque dicen mucho de sus personalidades. Da la impresión de que Santo, su hermano mayor, iba por su cuenta por ser el primogénito, y que Gianni y usted estaban siempre juntos cometiendo fechorías. ¿No la convenció Gianni en cierta ocasión para que le robara a su padre las llaves del coche?

—D.V.: Aquel incidente fue un ejemplo típico de la relación que teníamos Gianni y yo. Me pedía que hiciera cosas imposibles. Yo era mucho menor que él y me decía: ‘A ti, papá y mamá no te regañarán’. ¡Lo cual no era cierto! Me reñían muchísimo. Cogí las llaves para ir en coche a un concierto de Mina, que le chiflaba. Pero nos quedamos tirados en la carretera. Él me preguntó a gritos: ‘¿Qué pasa? ¿Qué pasa?’. Yo tendría unos 15 años, y los coches para mí eran un misterio. Le respondí: ‘Pero ¿tú crees que lo sé?’. Él insistió: ‘¡Échale un vistazo al motor! Dime qué ha fallado’. Acabamos dejando el vehículo en medio de la carretera y llegamos al concierto. Al día siguiente nos alivió mucho encontrarlo en el mismo sitio.

—I.S.: Tuvo que echar usted mucho de menos a Gianni cuando él se marchó al norte, a Milán, para empezar a trabajar en la moda. Por aquel entonces usted iba a la universidad en Florencia, ¿no?

Donattellay Gianni—D.V.: Sí, pero no llegué a echarlo de menos. Mis amigos no entendían por qué desaparecía los fines de semana. Yo no comentaba nada porque no quería que nuestra madre se enterase; ella me decía que debía acabar los estudios, que no dejase que Gianni me distrajera. Pero había un vínculo tan fuerte entre él y yo que era imposible separarnos. Yo cogía un tren de Florencia a Bolonia, donde él me esperaba en la estación. Era muy tierno: venía a buscarme con un cochecito que se había comprado gracias a su primer empleo. Nos íbamos a la fábrica y pasábamos el fin de semana trabajando juntos. Debo decir que siempre respetó mis aportaciones. Yo era la persona que tenía el valor de decirle lo que pensaba.

—I.S.: Ya entonces era usted una mujer fuerte. ¿Una feminista?

—D.V.: Para mí el feminismo significa ser independiente en todo lo que hago. Nuestra madre nos enseñó a no esperar que los otros nos resolvieran las cosas, sino a hacerlas nosotros para los demás. También nos enseñó a no esperar nada a cambio y a luchar sin cesar por aquello en lo que creemos.

—I.S.: Ha seguido usted fielmente sus consejos.

—D.V.: La gente suele verme como una persona fuerte en la que puede apoyarse. Me pasa eso en la empresa, con mis amigos. Muy pocos saben lo vulnerable que soy. Pero cuando estoy sola sí lo soy. Aunque no hay que confundir la vulnerablidad con la debilidad.

—I.S.: Si tuviera que elegir una palabra para describirla, sería el término “valiente”. He visto cómo asumía usted retos tremendos. Creo que fue su valor lo que hizo que Gianni pudiera confiar en usted. Sé que ese rasgo produjo ciertas peleas muy constructivas. Cuénteme cuál fue la discusión entre ambos que recuerda con mayor cariño.

Donattellay Gianni 2—D.V.: (Ríe) Yo intentaba que él comprendiera que muchas personas que lo rodeaban en la empresa siempre le iban a decir que sí a todo. Lo instaba a que no se emocionara demasiado si le aseguraban: ‘¡Oh, esto es una maravilla!’. Porque esas personas trabajaban para él. Y terminábamos a gritos.

En la primera época hubo un desfile que no me convencía en absoluto. Gianni era un genio, pero no se le daba muy bien seleccionar. A mí me obsesionaba reducir el número de prendas, para exhibir sólo la cantidad justa sobre la pasarela. En este desfile en particular había prendas fabulosas, pero él quería enseñarlo todo. Yo prefería que transmitiera un mensaje más definido; le propuse que sacáramos menos modelos y también introduje ciertos cambios para que el conjunto tuviera sentido. Se negó a escucharme; afirmó que no se podían hacer tantas cosas en los tres días que quedaban. Así que urdí un plan. Primero le di la razón en todo, cosa que lo dejó muy receloso. La noche antes del desfile él terminó la colección y se marchó sobre las doce. Yo no dormí y los trabajadores de la fábrica tampoco. Acortamos las faldas, entallamos las chaquetas… Cuando llegó, al día siguiente, se quedó anonadado. ‘¿Dónde está mi hermana?, ¿dónde está mi hermana?’, preguntó dando grandes voces. Me había escondido en el baño.

Donattellay Gianni 3El desfile estaba a punto de empezar y ya no se podía hacer nada, había que salir a la pasarela. Cada vez que aparecía una prenda nueva me miraba y me decía: ‘¡Lo que ha pasado es culpa tuya! Me vas a destruir. ¡Esto no lo voy a olvidar!’. Yo sudaba y estaba muerta de miedo; ya no tenía las cosas tan claras. Resultó que el desfile fue todo un éxito, y Gianni se quedó contento. Al cabo de más o menos un mes me dijo: ‘Tenías razón’. No repetí algo semejante, pero a veces le preguntaba en broma: ‘Ay, Gianni, no querrás que haga todo esto la noche antes, ¿verdad?’.

— I.S.: Pues sí que tuvo usted agallas.

— D.V.: Los dos nos enseñamos mutuamente a asumir riesgos; él lo hacía y mucho, tanto en su vida como en la moda. Al manifestar públicamente su homosexualidad en el sur de Italia, cuando éramos pequeños, corrió un riesgo enorme. Pero él era así. Jamás mintió sobre esa cuestión. Yo lo admiraba muchísimo. Tenía diez años cuando me dijo que era gay.

Donatella22— I.S.: Usted ha protegido su intimidad, pero al mismo tiempo ha demostrado una asombrosa franqueza al abordar públicamente sus conflictos personales tras la muerte de su hermano. Por ejemplo, cuando ya lo había superado, habló del período que había pasado en una clínica de desintoxicación para solucionar sus problemas de adicción. Con éxito, me alegra decir. Lo ha enfocado todo de forma muy humana, y la gente se identifica con usted. Por eso no solo la consideran diseñadora, sino que también la ven como un icono.

— D.V.: No me considero un icono. No me veo como algo inalcanzable. No puedo pensar que soy un ejemplo para los demás porque he cometido errores. Hay que reconocer los fallos que cometemos y aprender de ellos para cerciorarnos de no repetirlos. Si sirvo para eso, me alegra ser un ejemplo.

— I.S.: Pese a todo el glamour de su empresa, en ella se percibe algo muy tradicional. Hábleme de los valores que le importan.

— D.V.: La lealtad. Siguen con nosotros muchas costureras que llevan trabajando en la casa desde los años ochenta y noventa. No podría seguir adelante sin la lealtad.

— I.S.: Lo cual está relacionado con la lealtad que siente usted hacia el lenguaje estilístico de la casa Versace. No cabe duda de que la marca cuenta con un vocabulario propio, como la iconografía de la Medusa; también tiene una gama cromática propia, a ustedes el color nunca les ha dado miedo. Además, observan sus propias tradiciones, como mostrar el prêt-à-porter en la Via Gesù de Milán y exhibir la alta costura en el hotel Ritz de París. Sin embargo, hubo un período en que daba la sensación de que usted quería dejar claro que no dependía de esas señales distintivas. Hace poco las ha recuperado, aunque usted necesitaba volar y ser independiente antes de volver a casa. ¿Es eso cierto?

— D.V.: Bueno, es que había estado muy cómoda en la posición que ocupaba al lado de Gianni. Convertirme en diseñadora con mayúsculas nunca había entrado en mis planes. Cuando pasé a serlo, empezaron a compararme con Gianni, que era lo que yo menos pretendía. Soy consciente de que mi hermano era un genio. Yo soy otra persona. Lo que sé lo aprendí de él. No me hizo falta consultar los archivos. Pensé: ‘¿Para qué?’. Los motivos decorativos, las prendas y los momentos en que fueron confeccionadas, lo que costó hacerlas… Todo eso forma parte de mí, yo estaba allí. Lo que me inspiraba lealtad era el ADN de la marca, pero durante cierto período no siempre se apreció en la pasarela. Para trabajar hace falta tener confianza en uno mismo y, si le soy sincera, a mí me faltó durante mucho tiempo. Y me faltaba porque ocupar el lugar de Gianni era una idea que me intimidaba mucho. La gente no paraba de repetirme: ‘Sé tú misma’. Después, en determinado momento empecé a escuchar mi voz interior, que me decía: ‘Haz lo que siempre le aconsejabas a Gianni. Asume riesgos’. Lo cual plantea un problema, y es que en ese caso la gente podría haber dicho: “Está copiando lo que él creó hace años, esto es antiguo”. Así que traté de dar forma a algo contemporáneo, encontré la seguridad en mí misma y todo cambió. Viví otro momento importante cuando Lady Gaga me pidió que le diseñara algo. Le dije que no varias veces, porque pensaba: ‘¿Qué voy a hacer? Todo el mundo le crea trajes descabellados. ¿Qué le voy a poner, un plátano enorme? ¿Le puedo colocar un candelabro en la cabeza? ¿O algo con la Medusa?’. Estuve dándole muchas vueltas y decidí permitirle que repasara todos los archivos de Gianni, cosa que Gaga empezó a hacer en abril de 2011. Se llevó una alegría tremenda. Empezó a dar saltos y a decirme: “¡Gracias, gracias!”. Como artista estaba emocionadísima, porque nadie le había brindado una oportunidad semejante. Demostró inteligencia y sensibilidad suficientes para comprender todo el amor y la historia que encerraban esas prendas. Fue un momento decisivo.

donatella65—I.S.: Lo cierto es que siempre ha conseguido usted sacar lo mejor de las estrellas, entablando con ellas una relación que va mucho más allá de los habituales matrimonios de conveniencia. Da la impresión de que tanto usted como la empresa inspiran una fidelidad auténtica, en figuras como Gaga, Prince, Sting, Elton John, Madonna y Nicki Minaj. Se presentan en sus desfiles, a veces actúan para usted, y normalmente las relaciones entre ambos duran años. Cuando enterraron a Michael Jackson, los miembros de la familia le pidieron que los vistiera para el funeral. Con Whitney Houston le unía un lazo parecido. ¿A qué cree que se debe esa conexión tan profunda, sobre todo con músicos?

—D.V.: Los músicos que me encantan lo dan todo en el trabajo. No hacen las cosas como los demás; prescinden de las reglas. Quieren innovar. Se plantean retos continuamente. La extraordinaria disciplina personal de Madonna constituye un ejemplo de ello. Al crear su último proyecto, ella sabía que tenía que cambiar; de otro modo, las cosas no le resultan estimulantes. Y no tuvo miedo. A veces puedes cansarte de tener que estar inventando cosas nuevas todo el rato, pero a Madonna la mueven una disciplina y una creatividad tan grandes que nunca se retirará. Espero. Eso es lo que me encanta. Al mismo tiempo, veo a una artista como Lady Gaga y me quedo anonadada. Hay algo retorcido en sus movimientos, en su forma de bailar. Ese retorcimiento me gusta mucho, resulta muy moderno: transmite la idea de que no es necesario presentar un aspecto bello, sino uno interesante, misterioso.

Donattella3—I.S.: Ya que estamos hablando de este tema, ¿a quién se le ocurrió la imagen que luce usted? ¿Quién le tiñó de rubia?

—D.V.: Fue idea de Gianni. Yo tenía 11 años.

—I.S.: Y así nació un icono. Pasemos ahora a la actualidad. La casa Versace es una de las pocas empresas familiares que quedan en Italia que no han salido a bolsa o que no se ha vendido a grandes conglomerados. Al morir Gianni le dejó a su hija el 50 por ciento de la empresa, otro 30 a Santo, y el último 20 por ciento fue para usted, que también pasó a ser directora creativa. Desde entonces hemos vivido varias recesiones y momentos complicados. Supongo que habrá resultado difícil mantener la independencia de la casa, pero, parece que están decididos a que la empresa siga siendo familiar. Aunque seguro que habrán tenido muchas ofertas.

—D.V.: En ciertos momentos he llegado a tener la sensación de que el futuro de la empresa pendía de un hilo, de que estaba a punto de desaparecer, pero no me importaba: yo tenía las cosas muy claras. Aunque también debes contar con buenos gerentes. Cuando encontramos a los que nos convenían, comprendí lo creativa que puedes ser con menos dinero. Me enorgullece decir que las cosas nos van bien de nuevo. En Estados Unidos estamos vendiendo un por ciento más. Este avance también se ha producido gracias a muchas personas del equipo italiano y de la parte de gestión. Una persona no lo puede hacer todo sola. En realidad puedes ser el mejor diseñador del mundo y, si no te rodeas de los empleados adecuados, no llegas a nada.

—I.S.: Resulta muy evidente que su familia ha puesto sangre, sudor y lágrimas en la empresa.

—D.V.: Bueno, a todos nos importa mucho y colaboramos. También confiamos en personas que saben más de ciertas cosas que nosotros. Pero ni se nos ocurre venderla ni dejarla en otras manos. Sigo pensando que la independencia fomenta la creatividad. En la actualidad hay muchísimos grandes grupos, dentro de los cuales trabajan diseñadores que tienen que acatar muchas de normas. Todo tiene que resultar comercial, comercial, comercial… En la moda deberíamos dejar de preocuparnos tanto por eso. A la gente hay que presentarle cosas distintas, que sean únicas y que transmitan emoción.

Donatella21—I.S.: Es interesante cómo se ha dedicado usted a descubrir talentos ajenos entre los miembros prometedores de las nuevas generaciones, y el de residencia que ha creado para artistas en la empresa. Hace pocos años llamó al brillante escocés Christopher Kane para que colaborara con usted en el diseño de la línea Versus. Christopher aportó su sensibilidad a la firma y usted le añadió a él notoriedad global. Ahora que Christopher se ha marchado, ha elegido a otro joven británico, J. W. Anderson, para que participe en el diseño de Versus.

—D.V.: Qué gracia, Jonathan está precisamente hoy aquí en Milán, trabajando conmigo, y nos lo estamos pasando fenomenal. Para los dos es estimulante que un diseñador joven absorba todo el ADN de Versus y lo traduzca a su idioma. Cuando abres tu empresa a jóvenes con talento, a ti también se te abren los ojos.

—I.S.: No sé dónde he leído que ha declarado que su línea Young Versace está pensada para niñas y niños malos, lo cual me pareció muy gracioso. Está plantando usted las semillas de la siguiente generación de rebeldes, evidentemente.

—D.V.: (Ríe) Los inconformistas son los que me interesan. Niños audaces que no dan las cosas por sentadas. Que se pregunten si pueden mejorar el mundo. Hay que estar en primera línea y luchar por las cosas. Muchos jóvenes esperan que otros les resuelvan la vida. En nuestra época, Ingrid, luchábamos por todo.

—I.S.: El problema es que en la actualidad parece que el dinero se ha convertido en el nuevo Dios. Hace falta dinero para vivir, desde luego, pero antes no lo dominaba todo, como ahora. Nuestras decisiones obedecían a otras prioridades.

—D.V.: El dinero importa relativamente, pero no es lo fundamental, ni tampoco lo es el poder. Lo que importa es el poder de las ideas. Y de los ideales.

—I.S.: En un mundo en que se avecinan tantas crisis, necesitamos esas ideas y esos ideales.

—D.V.: Desde luego. Sentí un gran alivio cuando Obama ganó las últimas elecciones.

—I.S.: El presidente empieza a enfrentarse a una de sus batallas más cruciales, que estoy segura que a usted le afecta profundamente. Después del terrible tiroteo que se produjo en Estados Unidos en diciembre, en Newtown, Connecticut, Obama está recibiendo grandes presiones para endurecer el control de armas en el país.

—D.V.: Lo que pasó en ese colegio es una tragedia más, y también una advertencia más. Hablamos de niños; lo que sucedió es lo más devastador que le puede pasar a una familia. Mi hermano también fue asesinado en Estados Unidos y eso nos destrozó. Fue algo sin sentido, es imposible racionalizar algo así. Tengas las creencias que tengas, no hay motivo que justifique tanto sufrimiento. Podría evitarse. Hay que controlar el acceso a las armas antes de que la gente se ponga violenta; la responsabilidad le corresponde al gobierno. Tenemos que prometer a los afectados por esas muertes que las cosas van a cambiar. Tenemos que prometernos que vamos a luchar por ello.

Ingrid y Sandra

Una entrevista de Ingrid Sischy y Sandra Brant

Síguenos:
facebooktwitterrssyoutube


Otros artículos de interés