Jesús Peñalver nos dice: Yo quiero un país
23 de noviembre de 2013
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Quiero volver a encontrarme con amigos y estrechar su mano, aunque pensemos distinto. Recuperar el país de valores y principios, aquel en que las discrepancias solo surgían en tiempos electorales, con respeto y con la emoción que daba confiar en que nuestro candidato saldría ganador.

Quienes sostienen agoreramente aquella caída, pues bien, venga y deje la apatía; ponga sus manos, dé el pecho y dese en ganas para que no se caiga. No crea usted que la vaina no es con todos. Los ejemplos abundan.
Diré unos pocos de la situación que nos acogota, y que fundamenta por qué usted no debe permanecer indiferente sobre lo que ocurre en Venezuela, a no ser que quiera y le satisfaga estar en esa otra deleznable lista de mal llamados “ni-ni”. Veamos:
Se ha juzgado a una jueza por juzgar, a un abogado por defender, a un militar por ver llorar a otro, a un empresario por enamorar, a un militar por describir el funcionamiento de un lanzallamas, y para colmo de males, y abuso del santoral, a una dama por casarse con un San Miguel. ¿Te parece poco? ¿Acaso crees que estás inmune ante la satrapía mandona?

Yo quiero un país donde no ocurran estos atropellos, ni nos pongan en la situación dilemática, odiosa desde luego, de si somos opositores somos apátridas, majunches, oligarcas… y por el contrario, si apoyáramos a lo que ha sido el peor gobierno de la historia republicana del país, y su actual continuación, seríamos “bolivarianos, chavistas, venezolanos”, chéveres, pues.
El militar que fue sobreseído por el gobierno democrático de Caldera II, el mismo que se negó ir a juicio por no confiar en las instituciones democráticas, hoy, luego de oprobiosos catorce años en el poder, aún su sucesión sigue con su terca manía de querer gobernar a todo trance.
Amigo lector, sabemos quienes nos desgobiernan y ante tanta pesadilla roja, coloreada de un rojo alarmante y de un afán pernicioso de permanecer en el poder hasta la muerte, tenemos una poderosa arma en nuestras manos, un arma civil y pacífica, y esa no es otra que el voto.
Cuando leas esto ya te estarás disponiendo a salir a marchar o lo habrás hecho. Me refiero a la convocada por el líder civil con experiencia suficiente y positiva en gestión pública, electo legítimamente. Y más importante aún, su candidatura también provino de la legitimidad que da haber sido votado en libérrimos comicios primarios.
En Venezuela, adecos y copeyanos, y los que eran de izquierda, luchaban para que en Venezuela no se implantase un gobierno militarista y autoritario que copara todos los espacios como ocurría en Paraguay, Chile, Uruguay y Argentina, países donde habían llegado al poder militares de derecha que se comportaban igualito a los de la izquierda de hoy.

Sea el voto el instrumento para reinstaurar el régimen democrático, la inclusión de todos los ciudadanos, la separación de poderes en la estructura del Estado y en fin, los valores y principios propios de la democracia.
Quiero volver al país donde se asuma, sin pena ni vergüenza, que ser pobre es malo y sepamos y ojalá nos demos cuenta de lo felices que siempre somos y hemos sido a pesar de las circunstancias.

Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver

Jesús Peñalver es abogado
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