Luis José Uzcátegui titula… La enfermedad venezolana: Desconfianza
23 de septiembre de 2014
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Manada de motores
Es el mes de septiembre, los colegios vuelven a sus actividades habituales y Pedro sale apesadumbrado a llevar a su hijo. Observa a los conductores, todos llevan caras amargadas y tratan de imponer sus necesidades y sus tiempos. No se tranzan en nada, atraviesan sus carros, vociferaban si otro le pide paso, y Pedro lee en las acciones de los conductores que “en esta manada de motores, no se puede confiar en nadie”.
José lleva prisa
Por alguna razón a José lo detiene un agente del orden, y todo lo resuelve rápido, lleva prisa, tiene plena confianza que corrompiendo a la autoridad no habrá problema y entrega sus credenciales y un billete.
Pedro observa el episodio y reflexiona, en este país todos sobornan y todo lo resuelven sobornando: Notarias, juzgados, jueces, conseguir comida, medicinas, comprar un carro nuevo o viejo, adquirir pasajes, obtener cupos, salir en los periódicos o hacerse millonario en pocos meses. Nadie cree en la ley, el orden, la equidad…
Creer en la mentira
En otra parte de la ciudad, Carola espera por la encargada de revisar los papeles de su pensión de vejez, es la cuarta vez que la mandan a ir en un lapso de 3 años. En cada oportunidad le dicen la “verdad”: En tres o cuatro meses su pensión saldrá, compre los periódicos, y se “verá” en la lista. Carola está convencida que todo es mentira, no cree en nada ni en nadie, sabe que tiene que aferrarse a algo, y por esto, sabe que la mayor desgracia que le cayó encima a ella y a Venezuela es tener que creer en la mentira.
Es mi derecho, y qué
Carola estaba en cola desde las 4 a.m. finalmente la atendieron a las 9.30 p.m., una vez más vuelve a salir de ese edificio atroz, aturdida piensa que los que trabajan allí se siente con total derecho a mentir, humillar, sembrar dudas y resentimientos.
Piensa que en este país todos se sienten con derecho a destrozar la credibilidad: Políticos, funcionarios públicos, líderes, grupos políticos o no, militares, medios de comunicación, periodistas, columnistas, empresarios, ministros de Dios, buhoneros, etc.
Mejórate para ponerte preso
Los pregoneros atropellaban para vender los periódicos, con la noticia del día: Un preso que lleva casi dos quinquenios detrás de los barrotes, por medida humanitaria sale, y muy enfermo, pero una vez que mejore, deberá regresar a la cárcel. Carola vocifera: ¡Sadismo, tortura, morbosidad y siembra de desconfianza!
Solución: ¡Pensar con el ombligo!
Rogelio toma el metro, lo empujan, le roban la vieja gorra que cargaba y empieza a entender el problema, descubre con mayor claridad la solución: ¡El problema es la solución!
Gobierno y políticos de cualquier bando, color o ideología, educadores, ministros de Dios, generadores de opinión, etc. no creen que la desconfianza sea el gran cáncer de Venezuela. Para ellos no es importante. Muchos dudan si realmente es un problema. Muchos están convencidos que el pueblo cree en ellos, a pesar que los odian o se burlan. Muchos se sienten dueños de la verdad, y no logran entender que la confianza es primordial para posicionar liderazgos, sobre todos en las clases sociales más pobres y mayoritarias.
Muchos saben que si pierden poder político, mediático o relacional les cobrarán sus canalladas, entonces, a torturar a los venezolanos manteniéndose en el poder a pesar que no crean en ellos. Muchos siguen convencidos que la solución es ponerse de acuerdo en un objetivo: embrutecer al pueblo con la desconfianza para crear más desconfianza.
Luis José Uzcátegui
Psiquiatra y antropólogo
ljuv2000@gmail.com / @LuisJUzcategui
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