Mercedes Montero y una carta de reclamo por la libertad perdida
21 de diciembre de 2017
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En diciembre el último mes del año, se celebra la Navidad, para festejar la venida al mundo del Rey de reyes Jesús de Nazaret. Con el pasar del tiempo, los niños eran tantos que en el cielo decidieron pedirles a San Nicolás y a los Reyes Magos que ayudarán al Niño Jesús con la enorme tarea que es repartir los juguetes y los estrenos de ropa y zapatos a todos los niños. Por supuesto que tanto San Nicolás como los Santos Reyes se sintieron muy felices de prestar ayuda y venían cumpliendo su tarea con orgullo y bondad; los niños encontraban al pie del pesebre, del arbolito de Navidad o al pie de su cama los regalitos que habían pedido.
Con la llegada de la “revolución” al poder la celebración se fue perdiendo a pasos lentos pero seguros hasta transformarse en un recuerdo que resulta doloroso ante su pérdida. En estos últimos años, los regalitos que estaban acostumbrados a recibir el 25 de diciembre habían ido disminuyendo y no siempre sus padres les habían podido comprar sus estrenos de ropa para la ocasión, los niños habían tenido que conformarse con una “chiva”, es decir un vestido o pantalón que le quedó pequeño a sus hermanos mayores y que todavía podía pasar como bueno, si no se les prestaba mucha atención. En sus mesas habían tenido que dividir la comida en porciones más pequeñas, y en casos cada vez más frecuentes no solo habían desaparecido los bollitos de hallaca sino que la comida era la misma de todos los días. Papá y Mamá del dijeron el año que viene será mejor, ya ustedes verán…
Pero el año que viene llegó y, en esta Navidad son demasiados los hogares en los que la nada será lo único que habrá sobre la mesa. Los estrenos y regalos se transformaron en memoria lejana, el deambular por las calles para ver lo que encuentran y si llegan a encontrar algo que no esté contaminado, que todavía se pueda roer, si encuentran unos zapatos que no estén tan rotos o un grupo de niños para compartir el hambre que en compañía se hace más llevadera, será la celebración que sustituya a la otrora hermosa Navidad.
Hubiera querido poder brindarle un día de recreo a esa niñez que es tan corta, una mesa llena de manjares, los juguetes con los que soñaban, paz y tranquilidad en familia, en la seguridad de un hogar pero la realidad que veo es tan opuesta a la paz, tranquilidad y alegría que se les ha negado por diseño “revolucionario”, que lo único que me sale del alma es el reclamo por la muerte de miles de bebes por desnutrición.
El regreso de las pestes, la muerte de parturientas, la maternidad precoz, niños abandonados, el desempleo, el saqueo, el robo, el asesinato, el abuso, la separación de las familias, el atraso en escolaridad, los hospitales sin medicinas, equipos, anestesias, camas, que ni siquiera tienen desinfectantes, solo crecen la debacle; el robo que no para, el destrozo del ambiente, el tráfico de drogas y la burla macabra de los personeros del gobierno. Y un sector que dice ser “oposición” pero que al parecer padece de sordera y por lo tanto se transa con el enemigo, pisoteando nuestros derechos.
Hoy que quería escribir un canto de paz y alegría, mi alma abatida por la tristeza vuelca sobre el teclado el dolor que siente ante la ruina que hoy en día es la tierra de Bolívar y el futuro de pobreza , ignorancia e insalubridad que de no tomar conciencia por parte de aquellos que quieren tomar las riendas del poder .en vez de ser libertad y democracia, se habrá convertido en la tumba en la cual yacerá la imagen de Simón Bolívar, que para ellos evidentemente solo significa el equivalente al espejito con el que los conquistadores engañaron a los indios.
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Mercedes Montero Columnista de Opinión mechemon99@yahoo.co.uk / @Mechemon |
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