Jesús Peñalver: Ni gallera ni cuartel
19 de diciembre de 2015
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Nos expresamos el pasado 6D por una verdadera Asamblea Nacional que sabrá cumplir su rol constitucional, ni más ni menos.
Ley de Amnistía o decreto legislativo o la promoción de sobreseimientos o indultos, según corresponda, será una primera prioridad, y en eso ha habido suficiente información de la MUD, instancia política que reúne a los partidos de oposición democrática venezolana, ganadora de la mayoría de curules en los referidos comicios.
En todo caso, se trata de liberar a los presos políticos, inocentes todos, y propender al cese de la persecución, lo que entrañaría la vuelta a la patria de tantos venezolanos fuera del país, precisamente víctimas de ese acoso.
Ley de repatriación de capitales, de primer empleo, de entrega de títulos de propiedad inmobiliaria, entre otras leyes no menos importantes, están en la agenda parlamentaria. Nada de restringir derechos ni retrotraer conquistas ya alcanzadas, pues como se sabe, todos los derechos se defienden y protegen en forma progresiva.
Pero lo anterior no significa, en modo alguno, borrón y cuenta nueva ni renuncia de la AN a ejercer a plenitud su labor contralora. Existe el principio de la rendición de cuentas, y a este se debe todo funcionario. No se trata de venganzas ni prácticas revanchistas, mucho menos retaliaciones producto del odio sembrado desde el poder.
Hasta hace poco el Poder Público estaba en manos de uno solo, concentrado como un cubito. Ahora la realidad es otra, el pueblo se pronunció a favor de un cambio al sufragar por la opción de la MUD, lo cual conlleva el compromiso ineludible e impostergable de esta instancia, encarnada por 112 diputados, de atender las necesidades del pueblo, sus ingentes problemas, sus angustias y desesperanzas.
Por tanto son estos individuos los que por medio del voto, ejercerán la representación de sus electores. Ellos nos representaran en la AN, crearán las leyes para lograr los objetivos esbozados, en las cuales se condensa y expresa la soberanía representada en el parlamento, la voluntad de la Nación.
Esa función representativa y la de crear la ley deben estar protegidas y defendidas para que no se desvíen de sus finalidades especificas, que se expresan en la realización de bien general. Tal es la razón que sustenta la existencia de las inmunidades de los representantes del pueblo.
Estos privilegios o prerrogativas están justificados plenamente en la historia de las luchas por las libertades públicas, ya que los diputados son elegidos para que elaboren libremente, mediante la acción parlamentaria, la voluntad de la Nación y no podrían cumplir esa tarea con dignidad y eficiencia si sobre ellos pesara, en forma inhibidora, todo el peso del poder y si, además, corriesen el riesgo de que sus palabras en la Cámara, o fuera de ella en ejercicio de sus cargos, fuesen interpretadas como delitos para coartar las manifestaciones encaminadas a defender puntos de vista honestamente concebidos para confirmar los derechos del pueblo.
El 5E se instalará la nueva AN conforme con la Constitución, a pesar de las voces agoreras y las amenazas continuas de esa cosa aposentada en Miraflores y del inefable presidente saliente de dicho cuerpo colegiado.
El Poder Legislativo no es gobierno, pero puede desde su rol hacer mucho, dentro del marco jurídico vigente, lo necesario para cambiar este terrible estado de cosas, corregir tantos entuertos, aminorar en lo posible los daños de esta siniestra pesadilla diecisieteañera coloreada de un rojo alarmante que nos acogota.
Ver las injusticias y no tratar de corregirlas, por miedo o indiferencia radical, es también un pecado de omisión que puede ser tan grave como el de comisión. Es como si se ayudase a cometerlas.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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