Luis José Uzcátegui titula: CNN y dos tipos de locura

19 de febrero de 2017

La cadena de noticias CNN en los últimos tiempos ha sido fuente de malestar para dos mundos políticos. Uno es Donald Trump y otro un régimen que tortura al pueblo venezolanos de una forma inmisericorde y atroz. Trump desde su campaña viene señalando a CNN como un medio mentiroso al cual confronta y ataca; y el régimen venezolano hace pocos días suspendió la señal del canal internacional argumentando diferentes y cambiantes motivos. El malestar con CNN es manejado diferente: Trump confronta, el régimen huye.

El presidente americano no escatima oportunidad para enrostrarle a este medio televisivo sus argumentos y razones. Es el mismo personaje que hace más de un mes expertos en salud mental aseguraban que tiene problemas. De Trump dicen que es inestable emocionalmente e incapaz de tolerar opiniones diferentes a las suyas y enfatizaban que esa “gran inestabilidad emocional” le impide ser presidente y que “individuos con estos atributos distorsionan la realidad para amoldarla a su estado psicológico atacando a los hechos y a aquellos que los expresan (periodistas, científicos)”. Por otro lado el régimen que patea a los venezolanos maneja diferente el malestar contra CNN: impone sus caprichos y clausura la señal por encima de las leyes.

Dos formas diferentes de abordar las molestias y desacuerdos que descubren dos tipos de culturas. En Norteamérica, los problemas -Trump contra CNN o la parte de la sociedad americana que está en desacuerdo con Trump- se confrontan a través de la libertad de expresión, las leyes, las opiniones, el respeto por las diferencias y el aprendizaje a través de los errores. En Venezuela, el régimen cuando algo no le parece impone, cierra, aterroriza, sigue mintiendo y llega a escenarios macabros de convertirse en defensor acérrimo de situaciones de narcotráfico, corrupción inmensa y crímenes de lesa humanidad.

En resumen, en el país del norte la sociedad, sus instituciones y organizaciones son las que ejercen las acciones para alcanzar el equilibrio adecuado. En el “pobre” país del sur llamado Venezuela es el régimen quien se paga y se da el vuelto: sus actos atroces, delincuenciales o errores son evaluados y juzgados por el mismo régimen. Es decir, la sociedad civil, las instituciones, gremios, etc., son simples entelequias que hay que humillar, degradar y degenerar. O algo muy letal muchos de los componentes sociales como medios, instituciones, organizaciones, partidos políticos – algunos sin darse cuenta- los han condicionado a humillarse o a dar vergüenza con sus respuestas famélicas, acomodaticias o cobardes.

Volviendo al tema de la locura, en Norteamérica algunos profesionales del campo de la Salud Mental han opinado sobre las condiciones mentales de Trump en función de hacer prevención social. Sin duda que lo han hecho ajenos a la mojigatería que ha acompañado a algunas Sociedades Psiquiátricas de creer que identificar conductas disfuncionales o antisociales vinculadas a un individuo que puede hacer mucho bien o mucho mal a millones de humanos, es romper la ética profesional. Además pensemos si simplemente varios de los puntos que este grupo de psiquiatras y psicólogos americanos utilizan -para no ampliar el análisis y encontrarnos con resultados peores que los del análisis Trump – se aplicarán para describir las conductas y pensamientos que durante 18 años han prevalecido y en la actualidad se han exacerbado en la mayoría de los integrantes y amigotes del gobierno venezolano.

Entonces el problema de “locura” no sería de un individuo, en este caso, sería de decenas de individuos. Y es obvio, la gigantesca desgracia social y cultural donde han sumergido al país sólo puede ser creada y explicada por el trabajo de un equipo macabro con mentes disfuncionales, dentro de las cuales, se pueden incluir varios líderes de la oposición.