Alvaro Vargas Llosa: ¿Bolivia importa?

18 de octubre de 2020

Texto de artículo Vargas Llosa




«A mí sólo me matarán… pero mañana volveré y seré millones», es una hermosa y turbulenta frase atribuida al cacique boliviano Túpac Katari, que lideró una fracasada rebelión indígena contra los españoles en el siglo XVIII. Muchos políticos han hecho uso y abuso de ella posteriormente, incluida Eva Perón.

Pues bien: el dictador boliviano Evo Morales, el falso indígena derrocado el año pasado tras intentar perpetuarse en el poder mediante un fraude electoral, podría resucitar convertido en millones si las elecciones de hoy en su país las gana Luis Arce, el títere al que ha colocado como candidato de su partido, el MAS. Arce obtendrá hoy el primer lugar; lo que está en duda es si ganará en primera vuelta, para lo cual necesita al menos el 40 por ciento de los votos, que tiene casi asegurados, y una ventaja de diez puntos sobre el segundo, en este caso el expresidente Carlos Mesa, algo que sólo algunos sondeos le otorgan. Si no, habrá segunda vuelta y es muy difícil que Arce logre en ella más de la mitad de los votos, dado el repudio que una mayoría de bolivianos todavía profesan a Morales, el candidato real detrás de Arce, un mero muñeco de ventrílocuo de su jefe.

No es frecuente en América Latina el uso exitoso de títeres en campañas electorales. Muchos líderes, infectos o presentables, los han empleado, pero muy pocos han ganado por interpósita persona. Morales ha logrado apoderarse, utilizando a Arce, de más de cuarenta por ciento de los votos; gracias a ello obtendrá la primera mayoría, con lo que eso implica en poder parlamentario y fuerza social, aún si hay segunda vuelta y Carlos Mesa derrota a Arce.

Todo lo cual hace indispensable que los adversarios de Morales entiendan que la unidad es indispensable este domingo, pero quizá aún más en el futuro (Luis Fernando Camacho, el líder cruceño que va tercero, debió haberse retirado en favor de Mesa, como lo hicieron la presidenta interna Jeanine Áñez y el expresidente «Tuto Quiroga» cuando se dieron cuenta de que estaban dividiendo el voto democrático y facilitando un triunfo de Arce en primera vuelta). El populismo autoritario, como se ha visto, no muere nunca. Derrotarlo, incluso reducirlo a una mínima expresión, no es garantía de nada porque es como la Hidra mitológica de Lerna: un monstruo con capacidad para regenerar dos cabezas por cada cabeza que pierde. Por tanto, la tarea no concluye nunca. Y, mientras lo único que tengan en común los adversarios del MAS sea la enemistad con el exdictador y no una visión común de cómo lanzar a Bolivia al primer mundo, lo que pasa por una apuesta republicana de alta envergadura y un modelo económico de país serio, el peligro de que Morales, u otro como él, vuelva y sea millones seguirá vigente.

Pero eso es el futuro. Ahora, roguemos a los evangelios que Arce no gane en primer vuelta y logre acabar con Bolivia, es decir lo mismo que, en el siglo XIX, hizo la Reina Victoria cuando tachó al país andino con tinta negra en un mapa y declaró: «Bolivia no existe».

Álvaro Vargas Llosa
Periodista y escritor



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