El mundo cambia. Ya no hay puertas cerradas

16 de diciembre de 2019

comandante Ericka Kelly





Ha servido al Ejército de EE UU durante 32 años. La comandante Ericka Kelly no lo tuvo fácil. Con tan solo 12 años tuvo que abandonar Guatemala en busca de un futuro mejor. Cuando tenía 16, su madre le hizo dejar su casa. Nos cuenta su historia en Nueva York.

¿Cómo llegó a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos?

Nací en Guatemala. Fui una niñita de cinco años sin ropa, sin comida, sin agua, sin electricidad… y llegué a EE UU para servir 32 años a estas magníficas Fuerzas Armadas, al nivel más alto.»

¿Cómo fue ese camino?

La pobreza no significa que uno no sabe o que uno no pueda. Yo decidí muy joven que tenía que estudiar, que tenía que salir adelante y demostrar a todo el mundo que yo podía.

El mundo en el que ha desarrollado su carrera profesional es un mundo en el que, de entrada, hay más presencia masculina que de mujeres.

Claro… Logré hacerme un hueco, paso a paso. No entré a un cuarto ordenando o diciendo que yo tenía que ser aceptada solo porque era mujer. Hasta mis compañeros, uno a uno, me decían: «Eres diferente, tienes algo especial».

¿Nunca hubo un momento en el que dijo: «No puedo más»?

No, no. Caí varias veces, pero siempre me levanté. Daba pasos grandes, pequeños, a veces apenas me podía mover, pero seguí adelante.

¿En qué ha sido la primera?

comandante Ericka Kelly foto 2
Bueno, he sido la primera de mi familia que terminó la escuela, la primera que ha ido a una universidad, he sido la primera que ha servido en las Fuerzas Armadas, y de eso me siento muy orgullosa. Allí he aprendido que cada minuto de nuestra vida cuenta para quien eres tú hoy, cada minuto, cada pensamiento cuenta.

El año pasado hubo un movimiento en el que mujeres de distintos países se levantaron y se escuchó su voz ¿Estamos en un cambio de ciclo o hay riesgo de que se quede todo en un intento?

No, no… yo creo que el mundo está cambiando. Las puertas ya no están cerradas. Podemos lograr cualquier cosa que queramos. Si el golpe es tan duro que no podemos caminar, poquito a poquito nos levantamos y nos sacudimos, vemos dónde estamos y si hay una mano para ayudarnos hay que cogerla y seguir.

¿Ha tenido a alguna mujer como referente?

Es doloroso decirlo y no lo hago por dar pena. Cuando yo tenía 16 años, mi madre me dijo que ya era hora de que me fuera de casa. Y lo cuento por si alguien está en la misma situación, para que sepa que hay mujeres maravillosas. La fortaleza de una mujer es increíble. Lo que aportamos al mundo de los negocios, a las Fuerzas Armadas… es también increíble porque pensamos diferente.

Le pido un consejo para las niñas y mujeres que nos están leyendo…

El único límite que tenemos es el que nosotras nos ponemos. Hay que pelear contra esa vocecita que dice que no pueden. ¡Ustedes pueden todo! El único límite es el que nos damos nosotras mismas

Me guía Teresa de Calcuta.

Un Nota periodística de M. Eizaguirre


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