Juan Diego: De la ilusión a la pulsión

16 de junio de 2015

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La requerida necesidad de vivir bajo la promesa incierta, nos aleja de forma peligrosa del entendimiento de nuestro tiempo que no es otro que el presente exacto. La ilusión, que si bien es una sensación requerida, no tiene por si sola la capacidad de acercarnos con certeza a nuestro encuentro con la razón de la existencia que, a mi entender, no es otra que el compromiso consciente de estar despiertos en nuestro ahora.

La vida es una ecuación muy compleja que quizás no tenga un resultado exacto más que el vivir como un único requerimiento y hacer de este paso momentáneo un trayecto medianamente acorde a nuestro concepto íntimo de la felicidad. Y digo medianamente porque lo rasgos absolutos son inalcanzables, intangibles e inhumanos, aunque algunos insistan en la plenitud como algo real.


La gran trampa de nuestro joven siglo se ha basado en la aspiración del futuro, en teñirnos de ilusiones que poco se palpan en nuestro destino y que terminan convirtiéndose en niveles de frustraciones elevadas, que sintetizan las grandes depresiones que vivimos. De allí el exceso de fármacos vendidos como respuesta a un colectivo que vive de la ilusión del mañana, sin saber qué hacer con su presente y peor aún sin vivir el ahora como su única posibilidad.

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El presente es el gran mediador de la vida, es la fuerza que nos une a la realidad, es la energía que permite valorar el pasado (por cierto muy satanizado), para hallar en él cada uno de los para qué, esos que han podido traerme a salvo al ahora y que han dejado la puerta abierta para seguir adelante. Hace uno años en una conversación con la doctora Vera Khon, una gran analista de la psicología iniciática que para ese momento tenía ya 98 años, me dijo: “las pérdidas son parte del sano vivir, si la gente entendiera que la vida también se hace de ellas, y que sin ellas no hay posibilidad de la continuidad, estaríamos más conscientes del presente y del milagro del hoy”. Esta ha sido una de las conversaciones que más ha llenado mi vida, entender que todo pasa y que soltar lo que ya se ha ido es la oportunidad para valorar lo que tenemos, que no está en el mañana sino en el preciso instante en que la vida aún nos permite ajustarnos a ella.


Creo en los sueños, de hecho soy un soñador porque en ellos se traza la vocación del alma. También creo en la ilusión de lo novedoso como un suspiro fresco de la oportunidad; sin embargo sé que también los sueños y las ilusiones pasarán, como pasa todo. Es por eso que estoy convencido de que los verdaderos pasos hacia la conciencia provienen en muchas ocasiones de nuestras agudas desilusiones, justo allí puede aparecer una fuerza interna o la pulsión de la vida, como la definía el psicoanalista Sigmund Freud, para ajustarnos al presente y saber que en el ahora está el único tren, ese que pasa siempre y no una vez como dicen, pero que requiere que estemos atentos, serenos y sobre todo realistas, para asumir la vida con lo que viene, con lo que toca y saber que en cada circunstancia está la necesidad de lo requerido para saber que aún en circunstancias adversas la vida es un milagro y vale la pena vivirla.

″No se puede elegir sabiamente una vida a menos que se atreva uno a escuchar a sí mismo, a su propio yo, en cada momento de la vida.»



Juan Diego 2014Jonathan Humpierres (Juan Diego)
Cantautor, músico y abogado venezolano
juandiegocd@yahoo.com
@juandiegocdh 






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