Jesús Peñalver asegura: Nos están matando

Con la verdad en el tintero, la pluma tiene todos los derechos. Nos están matando y la barbarie des-gobernante no está haciendo nada para impedirlo.

Se cuentan por largas horas los enfrentamientos entre bandas del hampa armada y desalmada y los cuerpos policiales –llamados del orden- que, muchas veces superados en hombres y arsenales por aquellas, deben ceder ante tamaña y absurda superioridad.


Nos están matando y no crea usted, amigo lector, que es una exageración de este escribidor. No. Es la triste realidad que nos acogota.

A la vaciedad de los anaqueles de farmacias y auto o supermercados, al déficit, escasez o desabastecimiento de medicinas y alimentos, y a las infames colas de los hospitales donde la gente muere de mengua y en la amarga espera, se suma la acción del hampa que sin miramiento alguno asesina, ya no solo por un par de zapatos –que lo hace- sino también por cualquier bien mueble de moda o no, si no se trata en otros casos de los llamados secuestros exprés o pago de vacunas por dizque protección.

El derecho a la vida es el único necesario que nos permite ejercer todos los otros derechos, y evidentemente la barbarie usurpadora no nos lo garantiza. Desde hace rato estamos desprotegidos y aunque la treintena de minpopos de “interior, justicia y paz” del muerto Chávez y los del llamado hijo-heredero han implantado sendos planes de seguridad, han sido saludos a la bandera que solo han demostrado que va ganando la nada a la tan cacareada “eficiencia”.



No puede ser de otro modo, si quienes están en el poder no convocan a los expertos en la materia para consultarles sobre qué debe hacerse para resolver tan grave crisis. Nos están matando y solo se me ocurre por ahora: ¡ya basta de improvisación y de maniobras chapuceras!

Queda claro, quien no tiene para proveerse atención médica privada, pagar pólizas de seguros de primas muy altas ni la canasta básica alimentaria expendida en mercados privados, mucho menos tendrá para poseer carros blindados, escoltas ni bunker donde vivir.

Quizá sea cierto que la criminalidad no comenzó con esta pesadilla que supera el equivalente a tres periodos presidenciales conforme con la Constitución de 1961, pero sin duda que durante su existencia se ha agravado ostensiblemente, que hoy Venezuela ocupa posiciones nada envidiables en el ranking delictivo internacional.

Puedo decir que no hay una familia que no conozca un hecho criminal que le haya tocado de cerca. No soy yo quien va a señalar culpables, pero sabemos por dónde van los tiros, nunca mejor dicho.
Son muchos los factores que inciden en que haya criminalidad, que el asunto sí es político, social, público, atañe al gobierno en todas sus instancias y a la sociedad en general.

Mucho tiene que hacer este nefasto régimen para que la sangre y las lágrimas sean menos en las vidas y en los sentimientos de los venezolanos. Se impone la sindéresis en todos los sectores del país; no hablar pendejadas ni perogrulladas ni sensiblerías que se caen babosas apenas son pronunciadas.


¿Qué hizo Chávez ante la acción asesina del hampa y del malandraje? Llamar «bienandro» a un delincuente e incluir a tantos venezolanos en listas infames, fue otra perversión del muerto aquel.
Nos acecha la muerte. Caminamos hacia una sociedad de viudas y huérfanos. Vivimos en una simple tierra poblada. En un valle de balas de ida y vuelta, un eco perenne de sirenas, un grito hacia nosotros mismos, en eso ha trocado la cotidianidad. Acaso de pronto la geografía se nos ha convertido en un paisaje de cuchillos.

¡Diosito, ojalá no se les ocurra crear una “zona de guerra”!



Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver