Mascarillas: Quienes no deberían llevarlas

15 de mayo de 2020

Mascarillas y personas

 

 

Llevar la mascarilla, sí o no. Obligatoria o «altamente recomendable».

Desde que comenzó la desescalada han surgido bastantes dudas sobre si es necesario llevarla y en qué espacios. De momento, la mascarilla es un elemento imprescindible a la hora de subirse al transporte público, pero son muchas las voces que piden que esta obligatoriedad se extienda a cualquier espacio público.

Ponerse esta protección podría evitar algunos contagios de coronavirus. Esta enfermedad puede ser transmitida por las pequeñas gotas de saliva que esparcimos sin darnos cuenta al hablar o al exhalar. El valor de la mascarilla es, precisamente, que detiene esa saliva como una barrera. Aunque puede parecer que no perdemos nada por llevarla todos, para algunos grupos de personas la mascarilla puede ser peligrosa.

De hecho, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, ha explicado que la dificultad de hacer obligatorias las mascarillas radica en que «hay grupos de población que no pueden usarla». El experto le ha dado más importancia al hecho de que debemos respetar una distancia social entre las personas de dos metros como mínimo.

Simón asegura que, si se termina por declarar la mascarilla como obligatoria en todos los espacios públicos, debe garantizarse que esta población pueda abstenerse. Pero, ¿cuáles son estos pacientes para los que la mascarilla es especialmente dañina? Básicamente, personas con patologías respiratorias importantes, con problemas de ansiedad y, también, algunos niños.

Problemas respiratorios crónicos

La mascarilla, además de actuar como una barrera para las gotas de saliva, también obstaculiza la entrada de aire por las vías respiratorias. Esta característica puede afectar a pacientes que sufren EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Esta patología, que puede producirse como respuesta a la inhalación de humo de tabaco y otras sustancias peligrosas, provoca la obstrucción de los bronquios y, como consecuencia, enfisemas pulmonares en algunos casos.

Es decir, los canales por donde el aire llega a los pulmones —los bronquios— de estos pacientes están inflamados y presentan mayor cantidad de moco. Son, por tanto, más pequeños y provocan dificultades para respirar con normalidad. Además, del daño que pueden causarles las mascarillas, la población que padece EPOC es considerada como de mayor riesgo frente a un contagio por coronavirus.

La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) explica en el documento Recomendaciones para el manejo del EPOC en el contexto de pandemia por el COVID-19 que estos pacientes se asocian con una mayor mortalidad por el virus. En este texto, además, se contempla el uso de mascarillas en este tipo de pacientes mientras llevan las gafas nasales que suministran oxígeno y en sus cuidadores.

Crisis de ansiedad y respiración

La dificultad para respirar que puede provocar una mascarilla, además, puede desencadenar una crisis de ansiedad en personas propensas a ellas. La pandemia del coronavirus ha disparado la sensación de estrés en muchos pacientes. Este fenómeno se ha podido observar también en las dificultades para dormir y para obtener sueño de calidad durante el confinamiento, tal y como explica este artículo de EL ESPAÑOL.

Las crisis de ansiedad se caracterizan, entre otras cosas, por generar una sensación de ahogo y, también, una hiperventilación. Dos síntomas que, con una mascarilla sobre las vías respiratorias, pueden agravarse. La respiración profunda, calmada y rítmica, como explica la web de Sanitas, es una de las primeras medidas que hay que tomar cuando se padece una de estas situaciones críticas.

Los niños y las mascarillas

Desde el comienzo del confinamiento se ha debatido sobre la eficacia de las mascarillas. El hecho de llevarse ajustadas a la cara resulta incómodo para muchos usuarios que se la tocan más a menudo y, paradójicamente, pueden exponerse mayormente a un contagio. En este sentido, los niños son un grupo de población que, inconscientemente, se toca más la cara cuando llevan uno de estos equipos.

Así lo manifestó la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, en una rueda de prensa a finales de abril cuando comenzó el desconfinamiento de los niños de 0 a 14 años: «la evidencia científica pone de manifiesto que la utilización de mascarillas es menos eficiente en este colectivo, que respeta menos el uso de esta protección al tocarse más la cara y las manos. Es bastante complicado para los más pequeños, aunque cuanto más mayor sea el niño, mejor se puede cumplir con esa protección».

Una Nota Periodística de Juan Rodríguez de Rivera (Diario El Español)



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