Jesús Peñalver: La sábana manchada

15 de marzo de 2014

Tela ensangrentada

 
 
En  algunos grupos sociales aún se sigue practicando la antiquísima costumbre de exhibir la sábana manchada con la sangre de la recién casada en la noche nupcial, luego de la consumación del matrimonio. A través de la  literatura y el cine se puede  comprobar que por una sábana limpia las familias eran capaces de declararse la guerra.
 
Sangre virginalHoy en día eso resulta inconcebible,  sin menoscabo del derecho que tienen los padres a inculcar la conservación o guarda, hasta el casorio, de ese   pliegue de la piel de las féminas, o aconsejar lo  que se ha dado en llamar sexo consciente. Lo cierto es que la sábana limpia era   «la prueba del delito».
 
En un reportaje una gitana contaba que, en su noche de bodas, cuando llegó el momento de ir a la cama, hubiera querido escapar. Tenía 16 años y estaba informada acerca del rito de acostarse con una enagua que después se entrega a las viejas, que esperan afuera. A la enagua le tiran alcohol, para ver si la mancha, en vez de irse, florece más. En caso de salir «mala la novia» (no virgen), no hay que pagar nada por ella. Una novia no virgen vale nada, decía la muchacha. 
 
En el mundo contemporáneo, en cierta medida,  la virginidad sigue siendo  una especie de estandarte familiar. 
 
Esto viene a cuento, porque en Venezuela cuando nos referimos ya no solo a las amenazas a la libertad de expresión y a otros derechos estrechamente vinculados entre sí,  a la libertad , por ejemplo, en sentido lato (pensar, elegir, ser elegido,  acceso a la información, libre asociación y un largo etcétera) sino también a hechos concretos que apuntan a  hacer nugatorios esos derechos como el caso de arremetidas contra medios de comunicación, periodistas y columnistas, sectores oficialistas afirman que aquí todo está normal y que no ha habido ni habrá violación de la libertad de expresión, que impera el estado de derecho y que las instituciones funcionan. 

En contraposición, exigen  la presentación de alguna prueba, de la  sábana manchada,  que demuestre que esas amenazas existen y que se han concretado en muchos casos. 
 
Bueno –pensamos-  ya no son solo esos derechos o libertades que hemos apuntado, no, ahora es el derecho a la salud como contenido fundamental del derecho a la vida, pues no hay insumos en los hospitales, ni medicamentos en las farmacias.  Lloran, sufren y mueren de mengua los pacientes de cáncer y de HIV por estas carencias, ante la mirada risueña de la barbarie que nos desgobierna.
 
Peor aún, la vida misma nos la arrebatan –no solo el hampa armada y desalmada, con impunidad garantizada-, sino también los colectivos, que no son otra cosa que grupos de exterminio que actúan criminalmente bajo el manto protector de esa cosa que nos desgobierna.
 

Estas anomalías detestables, ese falso y burlón humanismo de que se ufana la usurpación, esos arrebatos delirantes de ira y señorío, son  verdaderas y vergonzosas sábanas y bien manchadas. Además de estos episodios, también son pruebas la actitud de  funcionarios públicos obligados a rendir cuentas, sometidos al escrutinio del pueblo, que se niegan a informar sobre su actuar al frente de sus cargos, o cuando  dificultan el  acceso a la información, sin justificación alguna. 
 
Otra sábana manchada, señal de la ignominia y la desfachatez gobierneras, son las declaraciones de las damas hoy ocupantes de poderes del Estado, cuyos contenidos no merecen y mucho menos superarían un simple análisis o consideración en materia de Derecho Humanos, por que de esas fea sábanas hablaremos en otra ocasión.
 
Sin mas vueltas, la barbarie que hoy manda en Venezuela es toda ella una sabana manchada de ilegitimidad, de trampas y de sangre de mucha gente inocente.
 

Jesus Peñalver foto 2014
Jesús Peñalver es abogado

Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver






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