Itxu Díaz: La geografía de la felicidad

13 de mayo de 2015

Mundo feliz 9898



Estoy leyendo el informe del reparto geográfico de felicidad en el mundo. Está todo lleno de burbujas de colores. El verde, color de la esperanza, surge por todas partes. No me lo he leído entero. Leer a estas horas más de cien páginas de dossier sobre la felicidad en el mundo podría volverme tremendamente infeliz. Y nada más lejos de mi intención que desequilibrar la balanza de los resultados de estos investigadores tan aplicados. Ya les adelanto que Suiza es, una vez más, el país más feliz del mundo. Algo tiene que ver en esto el hecho de que los suicidas no hayan podido participar en la encuesta.

Que Islandia sea el segundo país más feliz de la tierra tampoco resulta extraño. Dejaron caer a los bancos, se esforzaron por respetar los bolsillos del contribuyente, y de epicentro de la crisis se convirtieron en el ejemplo de cómo salir de ella: el paro islandés se redujo al 5% en sólo dos años. Un país con esas cifras de desempleo es un país demasiado concentrado en producir cosas como para dejarse llevar por la melancolía. La melancolía requiere esencialmente tiempo. Resurgir es incompatible con entristecerse.

Gente feliz 55También resulta comprensible que países como Dinamarca, Noruega, o Suecia ocupen los puestos de los países más felices del mundo. Al fin y al cabo es donde viven la mayor parte de las suecas. Por su parte, Nicaragua, Zimbabue y Ecuador son los tres países en los que más crece la felicidad. Naturalmente, el umbral estaba muy bajo.

En la otra cara de la moneda, en último lugar, figura Tayikistán, triste icono de cómo actúa la trituradora comunista, que a su paso sólo deja miseria, tristeza, y división. La única esperanza, quizá, la de haberse librado de la lacra que mantenía encadenada su libertad. Pero a veces eso no es suficiente. Nadie sabe dónde está y, en realidad, a nadie le importa. Tayikistán no es África, esta lleno de musulmanes –cerca del 97% de la población-, y paradójicamente la organización que no cesa en su empeño por combatir la pobreza del lugar es, una vez más, la católica Cáritas. Allí no puede hacerse un discurso sobre el colonialismo, el imperialismo norteamericano, o contra el monstruo capitalista. En este lugar estarían encantados de abrazar tal monstruo.

Felices y tristes
La geografía de la tristeza se ceba con Honduras, Hungría, Líbano y Grecia. En Honduras, cada vez que el Gobierno consigue frenar las cifras de violencia o disminuir con gran esfuerzo el desempleo, aparecen por todas partes intelectuales asegurando que se trata de un espejismo, que nadie ha atacado aún la raíz de las diferencias sociales hondureñas y que la primera ley debe ser la igualdad, y que el modelo a seguir es Cuba, y cosas así. Esto demuestra que los intelectuales son cada vez más intelectuales. Algo que les impide admitir que reducir la violencia o lograr un descenso del desempleo no son, en el fondo, malas noticias para Honduras. Con una interpretación tan horriblemente pesimista y sesgada de la marcha del país no extraña que figure entre los principales candidatos a la infelicidad.

Tristeza y felicidad dos máscaras
Siguiendo con los más tristes, viajamos a Europa. No me acostumbro a ver a Grecia arrastrarse por el lodo de la historia contemporánea. La tristeza de Grecia es más triste aún, si cabe, al recordar que su civilización fue cuna de la nuestra. Que descubrieron un día la belleza, el arte, y la filosofía, sentando pilares fundamentales de los que todavía hoy se beneficia esa diminuta parte de Occidente que no se avergüenza de ser Occidente. Grecia es faro, es ruina en sus ruinas. Y duele. Grecia duele más que otras decadencias.

Los chinos ocupan la mitad de la tabla, no porque sean más o menos infelices, sino porque desconocen lo que es la felicidad. Cualquier acercamiento a la alegría es delito para los sistemas de gobierno que basan su supervivencia en arrancar el alma a las personas y vendérsela al estado. Y que nadie se engañe: que Venezuela ocupe uno de los primeros lugares en la lista de los más felices responde exclusivamente al extraordinario carácter de los venezolanos, capaces de ser felices a pesar del Gobierno. No por casualidad, cuentan también con las venezolanas y con el ron, haciendo que la tristeza de la tiranía sea un poco menos triste.

Vicolo della Felicita
Con todo, el gran desvarío de la lista comienza en el puesto 36, donde se supone que los españoles nos hemos dejado arrastrar por la melancolía imperante. Y culmina en la gran farsa, cuando el informe sitúa a Italia en el puesto número 50, en alocado descenso hacia la desdicha. A saber. No he conocido país más feliz que Italia. Los italianos, con esa forma tan peculiar, simpática y mediterránea, de estar permanente enfadados con cosas aparentemente intrascendentes, como el tráfico o el fútbol, esconden una felicidad brillante, sólida, serena, fundada en su cultura, y una forma de ser que rinde tributo diario a la vida. No por casualidad Italia está plagada de cristianos, pizza, vino rico, y mujeres guapas. Compro hoy mismo su presunta infelicidad. Y se la cambio por la de los suizos.



Itxu Díaz créditosItxu Díaz es periodista español, columnista satírico, y escritor
Firma en diarios como La Región en España, Las Américas en Miami, y The Daily Beast también de Estados Unidos
«Su sexto libro ya está a la venta y se llama ‘Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti’ con enlace a www.aprendeacocinarmal.com
Twitter: @itxudiaz – www.itxudiaz.com





Síguenos:
facebooktwitterrssyoutube