Venezuela: Política y Moral Titula Antonio Sánchez García

12 de septiembre de 2014

Venezuela amoralidad




Las crisis morales no son selectivas: afectan la totalidad. Es nuestro gran infortunio.

CAP 18Gústele o disgústele a nuestra clase política – a toda ella, opositores y oficialistas – el último gran gesto de moralidad política en Venezuela, en donde suelen ser tan escasos que en dos siglos de República se los cuenta con los dedos de una mano – lo tuvo Carlos Andrés Pérez, dando ejemplo de desprendimiento, grandeza y renunciación. Acató un fallo que más que fallo fue un atentado seudo legal con que el establecimiento partidista, el aparato mediático y el conjunto de las instituciones al frente de una sociedad extraviada en su inmoralidad política decidieron convertirlo en chivo expiatorio de la decadencia cuartorepublicana. Para, en el colmo de la estulticia, alfombrarle el ingreso al Poder al arquetipo de la inmoralidad pública: un teniente coronel felón, avieso y traidor.

La contraposición de ambas figuras profundamente antinómicas, si no estuviéramos en el Caribe, lujurioso y desenfadado, irresponsable y carente de elementales tradiciones éticas, perfectamente clasificables en la constelación del mártir y el tirano característicos del drama barroco alemán, anticipa la cruenta contraposición de la civilización y la barbarie, propia de nuestro siglo XIX, reciclada en esta pesadilla real en andas de la decadencia que hoy vive Venezuela. Y que no resalta en el concierto de las naciones, como en rigor debiera, gracias a que la antinomia civilización y barbarie vuelve a hacerse carne de la decadencia de Occidente y la crisis global que nos aflige.

Sócrates y CritónEl cumplimiento de los cuarenta y un años del sacrificio ritual de Salvador Allende vuelve a poner sobre el tapete la profunda imbricación entre política y moral constitutiva de las tradiciones civilizatorias y culturales de Occidente. Que en Sócrates, el ateniense, tiene su arquetipo ejemplar. Hace veinte años, conmovido por la disposición casi ritual a su propio sacrificio, rodeado de la profunda soledad del injusto e inmerecido desprecio público incluso exacerbado por sus propios copartidarios, recuerdo haber visitado a Carlos Andrés Pérez en La Ahumada para entregarle un ejemplar del Critón, aquel diálogo en que Platón narra los detalles del encuentro entre Sócrates, la víspera de su ejecución, y su amigo, el poderoso y riquísimo Cratón. Reunidos en su celda, le ruega Cratón que evada la injusta pena que los demagogos atenienses le imponen. Que escape de la prisión para lo cual él ya tiene todo preparado, salga al ostracismo y lo haga por ser injusta la pena y por evitarle a su familia y a sus amigos la pérdida del hombre más sabio y honesto de Grecia.

Sócrates 3432
La respuesta de Sócrates debiera ser grabada a sangre y fuego en todo aquel que pretenda ser un hombre honorable. Muchísimo más si es un servidor público. Rechaza terminantemente la propuesta basándose en muy simples principio. El primero de ellos, incomprensible en un mundo alelado de encuestas: la opinión acreditada es más importante que la opinión de la mayoría. El segundo, lo importante no es vivir, sino vivir bien. Por lo tanto, si el escapa fuera de la ciudad, viviría en calidad de prófugo de la ley, lo que él claramente no considera vivir bien. El fundamental: la vida debe ser justa y buena, no se debe cometer nunca una injusticia, nada lo justifica, ni siquiera ser víctima de un mal o de una injusticia, como la que él enfrenta. Y deba pagarla con la muerte. Pues al cometer una injusticia, el hombre atenta contra su propia alma, lo más importante de su vida. Me pareció entonces, y me sigue pareciendo ahora, que Carlos Andrés Pérez en esa trágica circunstancia se había ceñido a esos preceptos. Como lo hiciera, guardando las debidas distancias de circunstancias, tiempo y lugar, Salvador Allende al preferir el suicidio a la entrega.

AmoralesPoco importa que esos preceptos no existan en el sórdido e inescrupuloso universo del chavismo, propio de forajidos y malhechores sin moral ni principios. Consta que Chávez dio pruebas de máxima inmoralidad y cobardía en todo tiempo y lugar. Y que la mitad del país se haya hundido en la ignominia y chapotea en la criminalidad. Pero sí importa que imperen en quienes tendrán bajo su responsabilidad la reconstrucción de la Patria.

Me temo que no sea así. Temo que la decadencia moral afecte por igual a tirios y troyanos. Que el oportunismo, la cacería de granjerías, puestos salidores y el acomodo con direcciones políticas por nadie elegidas e impuestas a sangre y fuego sin la más mínima consideración a las reglas del juego democrático, hayan carcomido las bases espirituales de la inmensa mayoría de quienes practican la política en Venezuela.

Las crisis morales no son selectivas: afectan la totalidad. Es nuestro gran infortunio. Para nuestra inmensa fortuna, los jóvenes mártires de la revolución de febrero y quienes pagan con injusta prisión por su coraje, lucidez y valentía han venido a restablecer la majestad de la política. En ellos, en su memoria y en quienes son fieles a su legado, descansa el futuro de la Patria.



Antonio Sánchez García Créditos

Antonio Sánchez García

@sangarccs
sanchezgarciacaracas@gmail.com
*Profesor de Filosofía Contemporánea en la Maestría de Filosofía de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela.







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