Jesús Peñalver: Ensalado ruso

11 de mayo de 2015

Ensalado ruso



Nada de carpetas, sellos, firmas ni tarjetas. El cupo es dinerariamente indefinido, no importa cuántos vayan con él, pues hasta la perrita lleva lo suyo. Es el viajero que huye, espurio mandatario de anda y bufa y con bufanda luce la idiotez de su ilegítimo mandato, la incapacidad de su desgobierno, la saña y vileza heredadas.

En medio de las peores crisis, o tragedias, mejor dicho, que hoy vive el país, sale por la “trampa 4” a celebrar bien lejos el triunfo de una guerra, cuyos orígenes y características muy probablemente no conoce. Maduro en Rusia 2
Mientras las protestas contra su régimen continúan, como las infames colas para comprar alimentos; el hampa armada y desalmada, y al parecer con impunidad garantizada nos mata sin piedad; la corrupción corroe los cimientos de la democracia o lo que queda de ella, entre un cúmulo más de gravísimo problemas que hoy padecemos, el viajero se da la gran vida por el mundo derrochando la plata del erario y exponiendo cuán desastroso es el régimen que jefatura.


Siguen los eufemismos oficiales, los giros lingüísticos y los mojones idiomáticos para ocultar o disfrazar los ingentes problemas que nos acogotan. Resulta imposible enmascarar el racionamiento, los escases y el desabastecimiento, menos aún, el propósito diabólico de acabar con el grupo empresarial más importante del país: POLAR.
Venezolanos desesperados por comida
Anaqueles vacíos, colas interminables desde muy temprano por repuestos, alimentos y medicinas, de allí el calvario de quienes dependen de su vehículo, los que penan por comida y los que padecen y hasta mueren de mengua en hospitales y farmacia. Hoy día en Venezuela, cualquier rincón lo vemos convertido en refugio de oración.

Así manda el pueblo, según la siniestra neolengua de la herencia del muerto aquel, haciendo colas, envejeciendo en ellas, trocando comida por medicinas, rogando por un boleto aéreo, buscando lechugas, en fin, padeciendo ese mal, esa otra metáfora de la pobreza que es el chavismo.

Gente mayor en colas
Malgastada la renta petrolera, reciclaje de ministros, resentimiento del régimen y odio por todo aquel que piensa distinto. Un desgobierno de vicios y complejos, de eslóganes fanáticos y de culto perverso a un golpista ignorante, delirante megalómano (valga la redundancia) que en mala hora convenció a un país que no supo descifrar sus intenciones. Hoy pagamos las consecuencias.


Miseria, inflación, hampa común y administrada, devaluación y escasez, entre otros males de parecida o peor naturaleza, hoy sufre ese país ubicado al norte de la América del sur, en plena zona tórrida y que el viajero ensalado ruso dice ser el suyo.

En las sociedades contemporáneas -en las que el principio de legitimidad es el voto popular- no se puede hacer política, y mucho menos gobernar desconociendo ese dato. Si bien se llega al poder por la vía de los votos, no se puede gobernar sin el apoyo popular. Muy probable que el pueblo retire su respaldo a cualquier gobernante que le dé la espalda a sus aspiraciones, ruegos y necesidades.

Hay evidencias, no solo en los contenedores de alimentos, de la podredumbre en que se ha convertido la actual administración; del festín que se ha hecho del erario al amparo de la oficialidad; de la pillería y malandraje que hoy tristemente se observa en el país, propios de los gobiernos hedonistas y pretender desvirtuar eso con la supuesta diligencia de un gobierno descuidado, no lo cree nadie que tenga dos dedos de frente.

Maduro está desnudo
La barbarie está desnuda desde hace rato, la pesadilla coloreada de un rojo alarmante es dieciseisañera, la propia ruleta venezolana que nos han impuesto, de modo que no sigan con el cuento de la cuarta república, cúpulas podridas y esa sarta de pendejadas que ya fastidian.


Jesus Peñalver foto 2015
Jesús Peñalver es abogado

Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver


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