Jesús Peñalver: Entre piedras y colas sabrosas
10 de octubre de 2015
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El origen del título ya ustedes lo saben, amables lectores; sin embargo insisto, porque nunca es malo resaltar, por obvio que parezca, los hechos fatales y sus perpetradores, ya sea por acción u omisión.
La primera fatalidad aludida viene por el consejo que en tono de arenga hiciera, el inefable gobernador del estado Bolívar, el milico Francisco Rangel Gómez, quien al reprochar la molestia de los guayaneses por la escasez de alimentos, lanzó esta guaratara: “Tengamos mucho cuidado, que nos quiten lo que les dé la gana, nosotros somos capaces de comer palo o tirar en vez de dos huevos, dos piedras y nos comeremos las piedras fritas, pero a nosotros no nos doblega nada ni nadie”.
Si algún comentario merece esta desfachatez, no es otro que decirle al militar jetón, que vaya pues a La Piedrita o a la Roca Tarpeya, y pida su ración de piedras duras, las cocine en el aceite que no se consigue, o si acaso en aquel en que el muerto Chávez amenazó con freír las cabezas de los adecos.
Dicho sea de paso, también el fallecido golpista en sus delirios, anunció que pasaríamos hambre, de modo que no se equivocó el megalómano sabanetero.
La segunda infamia provino de la indescriptible Jacqeline Faria, candidata a diputada, quien sin ruborizarse invitó al pueblo a ir a los mercados con sus bolsitas, y sin preocupación alguna “hacer y disfrutar de las colas sabrosas”.
Este es el mismo personaje que recibió ingentes recursos para sanear el río Guaire, y que muchas gentes se bañaran en sus aguas. Pero antes ya se había referido al dedo del muerto Chávez, supuestamente dedicado a la recuperación de Caracas y al esparcimiento.
Caracas sigue igual o peor, para desdicha de sus pobladores; el Guaire sigue sucio y ella nada limpia; no hay dedos porque cuando uno muere, a lo mejor algún recuerdo, pero ni eso en la tragedia que nos ocupa. Porque lo de Chávez no fue un conato, fue toda una terrible realidad que aún padecemos. Acabó con hatos, fincas y un sinfín de ajenas propiedades.
He allí las desgraciadas consecuencias de haber elegido a un milico golpista, resentido y delirante que con odio social inició la pesadilla. Hoy los embates los causa la usurpación que hoy vemos con angustia aposentada en Miraflores.
Las aseveraciones de estos chavistas me confirman una vez más, en la convicción que ni malo ni pésimo, el de Chávez ha sido el peor gobierno de toda nuestra historia republicana, y la usurpación le pisa las patas, no precisamente para lavarlas.
Todo ello no es sino una violación flagrante de la libertad y un atentado contra la justicia. Incluso se llega a usar fraudulentamente la ignorancia del pueblo para hacer conquistas a favor de la ideología siniestra que preconiza el chavismo, ese proyecto macabro de aquel milico golpista y delirante, que en mala hora significó la encarnación de la suma de todos los defectos morales del venezolano.
Hoy la barbarie cercena los valores y derechos humanos con sus llamados irracionales, sus arengas oprobiosas y sus mandatos oficiales –que sin ser ley- pretenden condenar (o seguir condenando) al pueblo a hacer colas infamantes, padecer la angustia de no tener qué comer o cómo comprar y dónde un medicamento, entre otras calamidades de índole similar. El sufrimiento es una miseria y exaltarlo una perversión más.
No es solo injusto el culto religioso a un muerto, impuesto por un clan perverso que ha demostrado hasta el hartazgo ser malo o pésimo gobernando y administrando el erario, sino que también pugna ante la conciencia humana; una pesadilla que hiere a diario la íntima libertad de la persona.
El chavismo nunca será un recuerdo provechoso del pasado, pero sí un letrero vigilante del porvenir. Ahora pienso releer “La piedra que era Cristo”, de Miguel Otero Silva, mientras ansioso les digo que feliz haré la cola el 6D.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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