Jesús Peñalver: La bandera
8 de noviembre de 2014
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“Castigar la irreverencia hacia la bandera diluye la libertad misma que hace a este emblema tan venerado, y tan digno de veneración” (William Brennan) |
Hace unos años, a un “diligente” diputado a la Asamblea Nacional secundado por otros sapientes y adoloridos parlamentarios nacionalistas, se le ocurrió la brillante idea de aumentar la pena a quienes “usaran indebidamente los símbolos patrios”.
La razón de la osada iniciativa legislativa, pudimos hallarla en la protesta inteligente de los estudiantes, quienes la desplegaron la bandera al revés, volteada pues.
Así los vimos en un juego de la Copa América, arropados con la gloriosa bandera nacional, voceando consignas a favor del régimen de libertades públicas en Venezuela.
Hoy está la onda del beisbol, pero la que impera es la inseguridad, signada por la ola de asesinatos, de atracos y de un sinnúmero de delitos conexos. Ante eso, los representantes del pueblo se dan golpes de pecho y muestran ínfulas de mucho dolor por la supuesta ofensa a la bandera nacional. Afán de figuración, de falso o al menos patético amor a la patria.
Si volteo la bandera ofendo al país, soy un apátrida, un traidor. Pero una colita en aeronaves estatales y llevar un arma en la maleta, NO.
La respuesta autoritaria a la genial protesta de los jóvenes revela debilidad del poder, ignorancia supina de la Ley, y al propio tiempo cinismo de quienes se creen más venezolanos que los demás.
La patria es de todos: nadie se ha ganado el derecho exclusivo de amar a su patria. Hay que presumir en todo el derecho de amarla y la voluntad de amarla.
En Venezuela hay normas que castigan la destrucción de los símbolos patrios, lo que en nuestra opinión limita el derecho a la libertad de expresión. Así, el Código Penal contiene normas que condenan con prisión a quien destruya la bandera, y por su parte, la Ley de Bandera, Escudo e Himno Nacionales sanciona con arresto a quien haga uso indebido de ella, bajo determinadas circunstancias.
Con respecto al fin que atiende el artículo 141 del Código Penal, es necesario establecer si el propósito de preservar ciertos valores como la autoridad que los símbolos patrios entrañan, puede ser disminuido o afectado por la conducta que se prohíbe.
Si cualquiera por desprecio arrebatare, rompiere o destruyere la bandera, no debe ser delito, pues limita, viola el derecho a la libertad de expresión.
En tal caso, la conducta de los protestantes no puede subsumirse en la norma del citado artículo 141, porque voltear la Bandera Nacional no está previsto como delito.
De allí la peregrina idea de aquellos parlamentarios, y ahora ese arrebato de ira patriótica del presidente de la gallera nacional, pretendiendo investigar lo que en su anudado criterio, comporta violación o vejamen a la bandera. ¡Dios!
Habría primero que penalizar la conducta de darle vuelta o vuelco a la bandera, y para ello el gobierno requiere de buenos parlamentarios, juristas, semiólogos. ¿Cómo quedaría redactado ese artículo?
La intolerancia del gobierno recurre hoy a un combustible muy inflamable: el nacionalismo.
Y contra esos desmanes oficialistas, el giro a la bandera como el elemento expresivo intrínseco y extrínseco de la protesta de los jóvenes estudiantes, en respuesta libre, pacífica y democrática, no puede ser considerado delito.
La barbarie responde desproporcionadamente con ánimo censor y represivo, dejando al descubierto sus debilidades y su claro talante antidemocrático. La tortura maltrata al cuerpo, la censura maltrata al alma.
Los rojos abanderados hacen bulla si ondea en una calle o en algún estadio el rojo, azul y amarillo, o si alguien motu proprio o no voltea la bandera, siendo que ahora lo que manda es la inseguridad, las sirenas, los tiros, el paisaje de cuchillos.
Si algo nos tiene al revés y al derecho es el hampa y a esa no le declaran la verdadera “guerra asimétrica”.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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