Jesús Peñalver: Huelga de hambre
6 de junio de 2015
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«Venezuela caminará cuando se ponga en las manos de su pueblo, un pan del tamaño de su hambre» Andrés Eloy Blanco |
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La huelga de hambre es un derecho, no cabe dudas. Pero mi deber ineludible e impostergable es decirle a los huelguistas que están en ayuno prolongado, que desistan, porque si bien el método pudiera resultar eficaz como herramienta de lucha no violenta, en el ejercicio de otros derechos como reclamar libertad para los presos políticos en Venezuela y la fijación inmediata de fecha de las elecciones parlamentarias, no es menos importante, y que no se pierda de vista ni un instante, que el régimen de Nicolast Maduro no da signos ni esperanzas de que algo pudiera lograrse en tal sentido.
La peste roja es heredera del muerto aquel, de aquel delirante golpista que colmó de sangre el suelo venezolano con sus dos intentonas y en mala hora encarnó la suma de todos los defectos morales del venezolano.
No le den el gusto, desistan. El país sabe de vuestro esfuerzo. Por vuestros hijos, esposas y familia toda, desistan. Vivos y con salud, será mejor la lucha democrática. Se trata del sueño de construir un país mejor, ese al que tenemos razones de aspirar y derecho de aspirar.
Desistan y conminen a los otros huelguistas a hacer lo mismo. Insisto, Venezuela sabe de vuestro esfuerzo y aunque políticamente se pueda tener diferencias, no estar de acuerdo con el enfoque para resolver los asuntos públicos, y en fin, pueda pensarse distinto, el país sabrá reconocer porqué se ha recurrido a la huelga para lograr los nobles y más que justificados propósitos.
Les reitero mí llamado a los huelguistas: coman y ayuden a comer a Venezuela, porque en esta hora de angustia que vive el país y con el infrahumano régimen que nos acogota, no les arriendo la ganancia que aspiran conquistar con ese ayuno.
La barbarie es así: acosa, persigue, maltrata y hasta mierda echa a toda hora quedando en evidencia, o actuando oculta como la raya, como la mala intención.
Miremos las colas por medicamentos y medicinas; los vacíos en los anaqueles; los tiroteos en los cementerios y en las caravanas; las farmacias convertidas en refugios de oración, y un sinfín de problemas que nos agobian ante la mirada cruel e inmisericorde de la peste roja.
Madre e hijo caídos por una alcantarilla y una gobernadora posando para la foto, como si de una gloriosa jornada se tratara; una horda chavista y fanática irrumpiendo en una alcaldía aragüeña, donde lanzaron de una azotea a un fotoperiodista; un par de ministros declarando babosadas sobre la salud y la inseguridad, que no repetiré acá por razones de higiene y de vergüenza.
Y para más INRI, a Nicolast Maduro se le ha ocurrido afirmar en tono de vaticinio: «Tiempo de desastre y de muerte, si fracasa la revolución bolivariana”.
¿Se imaginan si eso o al algo de parecida naturaleza lo hubiera aseverado algún líder de la oposición venezolana?
Ni el mismo muerto Chávez que lideró dos sangrientas intentonas, ni ninguno de su grupete mereció nunca ser lanzado desde ningún lado, ni nadie les echó excremento ni sus parejas fueron maltratadas como ahora ocurre en los casos de presos inocentes.
Estos hechos deben decirnos lo suficiente sobre el talante nada humanitario ni democrático de la peste que hoy desgobierna Venezuela, y al propio tiempo servir de pábulo para sustentar este llamado para que los huelguistas cesen en su hambre.
No olviden que si no caemos, la barbarie nos lanza.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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