Juan Diego: Cuando la vida dice ¡NO!
5 de mayo de 2015
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«He sido un hombre afortunado en la vida: nada me fue fácil» Sigmund Freud |
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El balance de nuestro recorrido requiere una constante evaluación humana que asuma la posibilidad de integrar cada episodio, a pesar de que algunos de ellos no registren la anhelada carga positiva que se nos impone desde el colectivo arrogante y casi inhumano.
Todos llevamos nuestro propio equipaje, una especie de baúl, lleno de registros, algunos vivos en nuestra conciencia y otros que a pesar del silencio aparente que los tapiza, siguen generando movimientos psíquicos importantes. Por esta razón, muchas veces hay que estar atentos a un sinfín de eventos que conviven en nuestra psique, y que con incredulidad asumimos como olvidados sin saber que gritan, a través de síntomas, que deben ser revisados con voluntad emocional. La mayoría de estos eventos guardan relación con episodios que aparentemente nos han sido subrayados como negativos, inclusos como inservibles, quizás con la ingenua afirmación de que el olvido es una posibilidad. De allí que todo lo que haya generado tropiezos, pérdidas y malestares, sea desechado y reprimido, para aliviar el sendero.
Esta imprudencia tiene efectos agudos en cada uno de nosotros, cada vez que negamos algún proceso doloroso, nos convertimos sin saberlos en portadores de sufrimientos que más temprano que tarde, expondrán la necesidad de ser revisados de nuevo para de una vez ejercer nuestra misión, que no es otra que la propia transformación de nuestro paso.
Este es el motivo por el que el pasado, aunque sea tan satanizado, es en el fondo un gran anclaje de contención para saber en dónde estamos en el presente. Cuando volteamos con adultez hacia nuestras huellas vemos que todo lo acontecido tiene una coherencia clara, que nada ha sido en vano ni mucho menos innecesario, todo ha tenido un “para qué”; de allí que la vida siempre se parezca al guion que hemos emprendido, la vida habla solo de ti.
El llamado balance es exacto a un ejercicio contable en el que sería imposible e incluso estéril realizarlo, sin incluir las pérdidas y pasivos, estos son tan importantes como cada una de las ganancias y de nuestros activos. Por eso debemos asumir la integración absoluta, para abrir un abanico de posibilidades y seguir adelante. Pero este balance requiere del compromiso de aceptar que no todo será concebido exactamente como lo que planeé, que muchas veces a pesar de mi esfuerzo y voluntad, no obtendré los resultados anhelados e incluso que me tocará perder más de una vez para acercarme a la humildad y reconocer la fragilidad como rasgo esencial de lo humano.
Estamos inmersos en el consumo como fundamento de nuestra existencia, sin saber que cada día nos consumismos a nosotros mismos con una extrema agresividad que termina devorándonos y desconectándonos. Desafiamos con soberbia nuestra esencia, nos creemos inmortales, imbatibles y sobre todo triunfadores. Estas características, que en el fondo pecan de inciertas, nos convierten en héroes huérfanos de amor, preparados para todo, menos para la vida misma, es por esta razón que cuando las pérdidas asoman sin aviso en nuestro camino, nos hallamos sin contención alguna y pensamos que todo se ha ido en ellas, sin saber que todo ganancia de alma ha venido precedida por una gran pérdida.
La vida en miles de ocasiones dirá que “No”, es parte de lo necesario. Pero si lo asumimos, tendremos en cada supuesta negación una hallazgo extraordinario para crecer y hacer del “NO”, un SI sólido, lleno de lecciones y posibilidades para seguir sonriendo.
Jonathan Humpierres (Juan Diego)
Cantautor, músico y abogado venezolano
juandiegocd@yahoo.com
@juandiegocdh
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