La música ideal para escuchar en el gimnasio
5 de mayo de 2013
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¿Busca la canción perfecta para hacer ejercicio? Beat It de Michael Jackson tiene el ritmo óptimo. Igualmente Gangnam Style de Psy y Edge of Glory de Lady Gaga.

Investigaciones han hallado que con el tempo adecuado, la música puede reducir la sensación de esfuerzo así como impulsar la motivación. Costas Karageorghis, subdirector de investigación en la Escuela de Deporte y Educación de la Universidad de Brunel en Londres, indica que la música «ideal» para hacer ejercicio es la que tiene entre 125 y 140 compases o beats por minuto y cuando las personas no están intentando ajustar sus movimientos a la música. Previamente, los expertos creían que entre más rápido un persona hacía ejercicio, más rápido debía ser el tempo.
«La música puede alterar la excitación emocional y psicológica de manera parecida a un estimulante o sedativo farmacólogo», señala Karageorghis, quien ha trabajado como consultor psicológico para empresas de equipos deportivos y para atletas olímpicos. «Tiene la capacidad de estimular a gente incluso antes de que vayan al gimnasio».
Los beneficios de la música parecen ser más pronunciados para el ejercicio de intensidad baja a moderada; es decir, es más eficaz para quienes hacen ejercicios con fines recreativos que para los atletas élite. Y encontrar el ritmo adecuado no es difícil, ya que mucha música que está de moda se halla en el marco del tempo óptimo y la mayoría de los otros géneros musicales también tienen música dentro de ese marco, indica Karageorghis.
Un estudio publicado el año pasado en la revista académica Journal of Sports Medicine and Physical Fitness halló que los ciclistas que sincronizaban sus movimientos con la música reducían la absorción de oxígeno en hasta 7%. El estudio puso a prueba tres tempos musicales en 10 hombres que pedalearon por 12 minutos a un ritmo cardiaco máximo de 70%.
Otro experimento, con 30 personas ejercitando sobre cintas trotadoras, halló que hacer ejercicio siguiendo el ritmo de la música mejoraba la resistencia. Un grupo de participantes caminó con música motivacional, otro con música neutra y otro sin música. La resistencia aumentó en ambos grupos que escucharon música, aunque la motivacional tuvo el mejor efecto. El estudio fue publicado en el Journal of Sport & Exercise Psychology en 2009.
Tenenbaum dice que se han observado beneficios similares cuando se les dice a los atletas que se imaginen que se encuentran en un lugar particular, como la playa, o que están expuestos a olores determinados, como lavanda.
David-Lee Priest, un investigador en la Universidad de East Anglia en Inglaterra, dice que la música es capaz de desviar la atención mediante un mecanismo neurológico. Los efectos negativos del ejercicio, como dificultad al respirar, el sudor o tensión en los músculos, son transferidos al cerebro usando el sistema nervioso aferente, o sensorial. Escuchar música interfiere con la transmisión de esas sensaciones, señala.
«Antes de que se percate de la fatiga la música bloqueará las sensaciones de cansancio y esfuerzo y por tanto no las percibirá por completo», dice. Ese bloqueo ocurre solo hasta un punto determinado: alrededor de 70% de la capacidad máxima de una persona, indica.
Con el entrenamiento de resistencia, el beneficio de la música ocurre antes de que uno empieza a hacer ejercicio o entre rutinas, señala Priest. «Es como tomar un estimulante leve… Incrementará ligeramente tu ritmo cardiaco y presión sanguínea».
Los nadadores que escucharon música también reportaron un aumento de 10% en su nivel de motivación, comparado a los que nadaron sin música. El estudio, que está programado para ser publicado en la revista académica Psychology of Sport and Exercise, fue patrocinado por la empresa de vestuario de natación Speedo International Ltd.
Reriodista
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