Jesús Peñalver titula: 6 de diciembre
4 de diciembre de 2015
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A Fernando y Sebastián
mis soles civiles.
Yo voto porque paso a paso se ha ido recuperando la confianza de los venezolanos en el voto, y porque este es un arma moralmente superior a los fusiles, es más eficaz que los fusiles de los milicos.
Porque debe imponerse la civilidad a todo intento de barbarie opresora, violatoria de los DD. HH y del régimen de libertades públicas.
Porque soy antichavista desde el 92 del siglo pasado, y antimilìco desde que tengo uso de razón.
Porque contra la anomia «oficial» -en sus dos acepciones- vale la pena el esfuerzo por Venezuela, y mi voto no depende de un hombre, que no dura para siempre, sino de un pueblo, que sí.
Porque mi voto es importante, si no valiera nada, NO se lo robaran. Y la inefable Tibisay Lucena no permitiera tantas trapisondas para confundir.
Ni brazaletes ni risas risueñas de rectoras, nos harán desistir de la firme voluntad de votar e iniciar el cambio que Venezuela demanda.
Voto porque es una forma, además, de demostrar el fraude que cometen los delincuentes electorales. Y porque –insisto- el voto es mi fusil, mi arma civil y funciona.
Porque no choreo ni saqueo ni firmo por choros. Yo voto, no convoco a delinquir. Devoto del voto soy. Tomen nota, apunten a los que hoy promueven la abstención. No para penas del talión ni venganza alguna, solo para no olvidar.
Sin más vueltas, sabemos quienes nos des-gobiernan y esa triste realidad la podemos cambiar con votos. Yo tengo el mío y funciona. A mí no me intimidan unos ojitos intrusos en el tarjetón, con la mirada complaciente del CNE.
Al momento de pergeñar esta nota, 2 de diciembre, caigo en cuenta que hace ocho años demostramos una reforma en nuestro modo de ver las cosas; votamos y derrotamos el diabólico modelo del muerto aquel. Hace ocho años el muerto Chávez mostró sus dedos hechos añicos, la arrechera en su rostro insomne, su consabido delirio, su odio. Tremenda victoria de «mier…» obtuvimos hace ocho años.
De modo que sirva ese antecedente para acudir en masa a las urnas electorales, aunque no haya harina, y ejerzamos nuestro derecho al voto, depositemos allí el testimonio de rechazo a un modelo hambreador, corrupto y con pretensiones de eternizarse en el poder.
Por una asamblea nacional verdaderamente democrática y respetuosa de las opiniones y de los pulsos que se viven en Venezuela; al servicio de los intereses y esperanzas más caros del país; no una gallera y mucho menos un cuartel.
Yo quiero mudarme a un mejor país, pero en el mismo sitio. Ese país mejor al cual tenemos razones de aspirar y derecho de aspirar. Donde podamos estrechar la mano de aquel que piensa distinto, donde la diferencia sea un valor, no un defecto.
Humanismo en las leyes, camino hacia el bien, la justicia en la tierra; estos, entre otros muchos postulados, deben orientar la actuación de la próxima Asamblea Nacional, y no estar al servicio –como hasta ahora y con perruna sumisión- de la barbarie que se empeña en seguir destruyendo a Venezuela.
Que si se va a echar a la calle, que si se instalará una junta cívico-militar, que si la revolución tomará otro cauce, con esto y con mucho más, el aposentado en Miraflores ha amenazado, si la oposición democrática –como va a ocurrir- gana las parlamentarias del próximo 6 de diciembre.
Bueno, amigos lectores, yo no soy psiquiatra, en razón de lo cual no diré nada en tal sentido. Solo me resta afirmar con entusiasmo cívico, civil y civilista, que yo voto porque ganamos haciéndolo; absteniéndonos no ganamos nada.
Yo voto porque es una oportunidad más, y la verdad no sé si sea la última.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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