Hoy Juan Diego Humpierres titula: Mi nueva Venezuela

El precio de la grandeza es la responsabilidad Winston Churchill

Hay días en que la distancia y la tristeza sobrepasan el optimismo impráctico: a veces me dejo llevar por la fantasía de pretender que he recobrado lo que hoy en día son cenizas silentes y sin alma propia. Sin embargo, esta melancolía es mucha veces más húmeda para fecundar y aceptar que la vida sigue, incluso con lo que ella misma deshojó, para enseñarnos a contemplar con amor la existencia, aún con nuestras propias pérdidas.

Me permito estas líneas en función de generar mecanismos más humanos, que sí puedan despertar la vida y no sumergirse en la tinta evasiva de una utopía sin resultados. A Venezuela no hay que rescatarla, hay que re-fundarla, con aprendizaje y valor; ese que solo proviene del dolor mayor, que puede mover las fibras para entender que solo una transformación adulta puede llevarnos a un nuevo proyecto curtido de alta sabiduría, para ser y hacer un gran país.

Me aburren las frases adolescentes. Como decir que: “pase lo que pase, Venezuela es el mejor país del mundo”. Esto habla de una sociedad patológica que, después de 18 años de revolución, puede lanzar semejante afirmación indolente y vaga. ¿Qué decirles a los familiares de los mas de 400 mil asesinatos en esta casi dos décadas de secuestro institucional, a los miles de enfermos terminales sin posibilidad de medicamentos, a niños sin parques, a los que tienen que acceder a un Estado paralelo para cualquier trámite, a las víctimas de una delincuencia que actúa como un poder de Estado, que nos convoca a encerrarnos al caer el sol y, por supuesto, a los que padecen de una economía despedazada que invalida la aspiración humana para surgir y caminar hacia delante? Con estas interrogantes, no sigamos ilustrando al mejor país del mundo.

A veces me dicen: “pobrecitos, los venezolanos, mira las colas de los mercados, ¿cómo viven así?” Pues viven así, y si bien es cierto que hay gente que padece injustamente de este drama, hay muchos que lo tienen merecido porque esta situación inhumana tiene firma y autor reconocido: millones de personas que apostaron a la venganza y a la ignorancia como alternativa; un pueblo que se permite ser engañado, solo es una expresión de su poca preparación para asumir las verdaderas transformaciones, esas que solo parten de una cultura y consciencia elevada; un pueblo que se deja seducir por héroes y pasajes míticos de la historia, habla también del propio desconocimiento a esos personajes: si ellos fueron los padres de la patria, no se supone que su misión ya fue cumplida y honrada.

Muchos pueden decir que jamás apoyaron a semejante disparate histórico, lo cual sin duda es muy probable, pero otros, que no parecen parte del sistema, han vivido y chupado de él hasta la saciedad, claro, con buen camuflaje. Nuestro país requiere de un entierro definitivo; que termine de descomponerse el último episodio de este mal trámite que podría convertirse, si lo asumimos desde el alma, en el salto más heroico de un nuevo pacto con la historia contemporánea, en donde una juventud sana, despierta y con conciencia, no permita más nunca los vicios malignos que nos han llevado al proceso más tenebroso e incomparable de los últimos años.

Es hora de empezar el duelo, asumir el dolor propio del buen aprendizaje y con la fe de haber nutrido nuestro corazón, para empezar a re-fundar una patria con rostros limpios, con amor, con inteligencia, para escribir en alto y en grande ¡MI NUEVA VENEZUELA!

Juan Diego Humpierres
Abogado
Master en Psicología Jurídica de Familia
Master en Psicopatología y Psicoterapia
Diplomado en Negociación y Mediación


juandiegocd@yahoo.com

@juandiegomotiva