Antonio Sánchez García: La porfía de los necios

2 de junio de 2015

Conjura de tontos



Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo
Albert Einstein
Albert Einstein 2


Vota, vota, vota que todo lo demás se te dará por añadidura, parece ser el mandamiento de los necios. Llevan dieciséis años haciendo lo mismo con los mismos resultados: jurar que ya son mayoría, que arrasarán en las próximas elecciones, que no habrá fraude que pueda contra los hechos, con el patético y lamentable resultado de salir siempre y sistemáticamente de segundos en una carrera de a dos. Einstein, uno de los cerebros más prodigiosos de la historia humana ya había extraído las consecuencias de sus observaciones científicas en bien del progreso de la humanidad: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.” Ante aquellos que insisten en la porfía de los necios, como ha sucedido sistemática y reiteradamente en Venezuela, cabe concluir que están empecinados en no buscar resultados distintos – el desalojo de la dictadura – sino en reiterar una y otra vez, mecánicamente, la necedad de votar por pavloviano reflejo condicionado, por mengua intelectual y carencia de ambiciones. Reconocer, como le explicase Izarrita a Nicolás en los últimos minutos de vida del condenado a muerte: “¡Es lo que hay!”

El mismo Einstein, que habrá esperado que, al menos, los necios relativamente porfiados relativizaran su comportamiento – ya sabemos que, enemigo de lo absoluto, fue el creador de la Ley de la Relatividad – compartieran las fórmulas posibles para perseguir resultados distintos. Por ejemplo: votar y manifestar. O para descender al terreno de los hechos, como proponemos algunos: coordinar la sumatoria del efecto del frío y gélido voto con la calidez, emotividad y entusiasmo de la calle. Como viera que esa esperanza solía ser muy difusa, rara y extravagante en el terreno de las necedades subió en la categorización de sus escalas y dijo, textual y condenatoriamente: “Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes.” Los pasó de necios a locos.

El problema, que Einstein no previó pero cabía que lo hiciera, pues corresponde lógicamente a la matemática de los necios, era que no sólo obstinados y tenaces en su porfía los necios olvidaran sus objetivos, siempre esquivos e inalcanzables por ese mismo medio, se irritaran al extremo y derivaran todo el odio provocado por sus necias frustraciones en contra de quienes, siguiendo el consejo del más grande de los físicos de la historia, han propuesto y tratado de llevar a la práctica, otros medios. En absoluto contradictorios o antinómicos al preferido por los necios absolutos: votar, votar y volver a votar, sino complementarios y hasta exitosos: luchar, luchar y luchar por todos los medios posibles y al alcance de nuestras convicciones democráticas, pacíficas y constitucionalistas. Partiendo, bueno es repetirlo para esclarecer necedades, que el adversario contra el que se actúa, sea votando, sea luchando, repetirá con éxito lo que viene ejecutando desde hace dieciséis años: obstaculizar, impedir, frustrar por todos los medios a su alcance – legales e ilegales – el éxito de la única y exclusiva estrategia de los necios. Fijándoles las reglas, pervirtiéndoles las normas, imponiéndoles el sacrosanto respeto a las decisiones de sus ministros de elecciones. Que en la particular religión que nos aherroja, el observante emite su voto. Y punto. Luego, a esperar arrodillado lo que dicta El Gran Hermano. Perdimos. Pero, como en la mitología del deporte, los resarce por sus monopólicos medios de comunicación con una sabiduría de botiquín: “lo importante no es ganar, sino competir”. Como suelen repetir los perdedores.

Todo lo cual no dejaría de ser simplemente anecdótico, prueba del lamentable estado de mengua intelectual al que la dictadura ha logrado rebajar la capacidad mental del venezolano medio. Lo verdaderamente preocupante es que los necios creen que al no someterse en cuerpo y alma a los dictados e instrucciones del Gran Hermano, quienes propician, auspician y proponen vías alternas y/o complementarias, como salir a calle y dar rienda suelta a nuestra expresión de sufrimiento, protesta, rebeldía comunicándole a la dictadura que está harto, que exige suelte a los presos políticos y sobre todo, que establezca de una buena vez y sin más subterfugios y dilaciones la fecha de las próximas elecciones, están traicionando el derrotero del fracaso. ¡Como si no fuera lo contrario!

El necio, molesto y disgustado por el susto que dicha manifestación provoca en el poderoso, no vaya a terminar por suspenderles el partido y mostrar sus vísceras totalitarias, hasta pasa por alto esta magna reivindicación que le vendrían a él y a los suyos como piedra en ojo de boticario, enfilándolas resentido y avinagrado contra un hombre encarcelado y en huelga de hambre, sin ninguna posibilidad de defensa, que ha tenido la osadía de seguir el consejo de Einstein y llamar a una manifestación nacional. Necio de necedad absoluta, cree entonces el amargado de marras que ese llamado no pretendía poner en movimiento las ansias libertarias de los venezolanos sino atacar al bando del que ya parece líder incuestionable, el que se opone a la dictadura, y le increpa con rencor: “¿Y tú qué tiene contra la oposición, hombre?”.

Aunque Usted no lo crea. Como dijera el mismo Einstein:
«Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.»


Antonio Sánchez GarcíaAntonio Sánchez García
@sangarccs
sanchezgarciacaracas@gmail.com
*Profesor de Filosofía Contemporánea en la Maestría de Filosofía de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela.






Síguenos:
facebooktwitterrssyoutube


Otros artículos de interés