Miguel Yilales: Organización criminal no es gobierno
1 de diciembre de 2015
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Estas últimas semanas han sido de revelaciones en Venezuela. Todo lo que se creía, se murmuraba, se sospechaba se hizo realidad. Las investigaciones periodísticas que indicaban de que aquí mandaba el hampa estaban en el camino correcto a pesar de los esfuerzos del gobierno de Nicolás Maduro (la continuación del de Hugo Chávez pero sin la indigestión de los petrodólares) por ocultarlo.
Este es un país en el que un periodista que dirige un portal Web es capaz de generar una campaña que desestabiliza al gobierno, en el que hay una página electrónica dictamina las medidas económicas y dispone el precio cambiario de la moneda y en el que unos dirigentes de oposición planifican la muerte de un compañero porque todas las encuestadoras, incluso las progobiernas, dicen que tienen 30 puntos de ventaja y desean despilfarrar esa preeminencia para que la elección del 6 de diciembre sea más cerrada porque es insuficiente el ventajismo que le da el abuso del poder, el tener a un parcial ministerio electoral dirigido por una talibán que usa brazalete y contar con una observación de un club de chulos dirigida por alguien relacionado con el narcotráfico que parece se ha vuelto el negocio familiar oficial.
A pesar del miedo y terror
De nada valieron los esfuerzos por simular una recuperación del sistema penitenciario cuando en realidad lo que hicieron fue negociar con sus pares, porque un pran en una penitenciaría está a nivel de una ministra en el gabinete, para que los regentaran como verdaderos antros de prostitución y delincuencia.
Nada de construir centros de rehabilitación que reinsertaran al penado a la sociedad, era más fácil ponerlos a dirigir las mafias de las drogas, secuestros exprés y extorsión como una prerrogativa con tal de hacer invisible las protestas por hacinamientos, por los retardos procesales y por la violación de derechos humanos, que aún siguen existiendo y que se han convertido en política de Estado.
Crearon centros de adiestramiento (presumen son universidades porque así las llamaron) que generan pésimos resultados con formación deficiente y sin capacidad para discernir entre distintas corrientes del pensamiento porque estafan con un adoctrinamiento sin sentido. Se les hizo creer a quienes iban a sus aulas que un título era la solución cuando en realidad es la mayor estafa académica jamás vista.
Esa concepción académica se implementó, luego de infructuosos intentos por penetrar electoralmente las universidades autónomas, ahogarlas presupuestariamente y presionarlas a través de eso que en otros países se conoce como tribunales de un Poder autónomo y que aquí es un adminículo del poder ejecutivo que construye parapetos judiciales.
Pero la consolidación ha venido por exacerbar el expediente de la violencia. Durante años en el país han sido asesinados miles de venezolanos en manos de un terrorismo paraestatal dirigido desde el Estado. Se crearon círculos del terror, colectivos de malandros y grupos paramilitares (que mientan milicias) para infundir miedo y terror.
Son criminales en el poder
Primero comenzaron con una serie de amedrentamientos en contra de dirigentes de oposición y periodistas incómodos, reteniéndoles el pasaporte, retardando los vuelos e inspeccionándoles exhaustivamente sus equipajes. De ahí pasaron a los montajes de expedientes y a las acusaciones sin pruebas, para finalmente concretar lo planificado: asesinar a un dirigente opositor.
Si bien es cierto que las pesquisas no se realizaron, ya un resentido psiquiatra dictaminó que era una venganza entre bandas, lo cual es similar a decir que un crimen pasional o el asesinato de quien busca drogas en un peligroso barrio son crímenes políticos cometidos por paramilitares contratados por la oposición.
Cuando Armstrong llegó a la Luna dijo que su pequeño paso era un salto gigante para la humanidad, en 7 días los venezolanos estaremos ante la oportunidad de dar ese gran salto, en un territorio que, aunque parece la superficie lunar, es la tierra que nos vio nacer. Hagamos lo que los abstencionistas no quieren, lo que los pesimistas no desean y lo que la mayoría aspira para demostrarle a los delincuentes en el poder que desperdiciaron más de 3 lustros para conformar un país esclavos y no de ciudadanos, arrodillar a un pueblo que desea estar de pie y hacer política con delincuentes, malhechores y bandoleros sin entender que una organización criminal no es gobierno.
Miguel Yilales
Periodista venezolano
@yilales
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